Luz de luna

Crítica de Ayelén Turzi - La cuarta pared

Por más que estemos en el año 2017, hay algunas temáticas que siguen siendo... delicadas, polémicas. No avanzamos tanto en materia de tolerancia y aceptación como deberíamos haber hecho. Y si bien las minorías están cada vez más integradas, la brecha sigue existiendo. Este es el hilo conductor de Moonlight: tres episodios de la vida de Chiron, signados no solo por su pertenencia racial, sino también por su homosexualidad.

Luz de luna, la película dirigida por Barry Jenkins (que acumula varios premios importantes, como ser el Golden Globe a Mejor Película Dramática), cuenta tres episodios bien delimitados que se desarrollan en un barrio pobre de Miami (alejado del color y el libertinaje del "¡Maeameeee!" del Comandante). Arrancando en los años '80s, Chiron es apodado "Little" (Alex Hibbert), y no solo es dejado de lado por su madre que desarrolla una adicción al crack, sino que también es víctima de bullying por parte de sus compañeros. En este entorno ingresa en su vida Juan (Mahershala Ali), un traficante de drogas que se erige como figura paterna, y a quien plantea sus principales dudas sobre la homosexualidad; la frase "Y... ¿cómo sé si soy homosexual?" es parte de un diálogo que te pone la piel de gallina.

En la secundaria ya lo llaman Chiron (Ashton Sanders), mientras sigue sufriendo del acoso de sus pares y un grado de violencia cada vez más grande por parte de su madre, ya completamente fuera de control. Y, es en este contexto, donde tiene una primera y breve experiencia homosexual. Pero a pesar de todo lo que sufre, cuando finalmente decide defenderse de los abusos, quien termina en prisión es él.

Ya de adulto es Black (Trevante Rhodes), un gigantón musculoso con fundas de oro en los dientes. Estas fundas, justamente, pueden tomarse como metáfora de la coraza de rudeza detrás de la que esconde su introspección y su sensibilidad.

La película está narrada lentamente, marcada por el ritmo interno de los distintos procesos de comprensión, sufrimiento y aceptación por los que va pasando el personaje. La iluminación de cada secuencia refuerza fuertemente cada sensación interna, siendo mayormente atmósferas nostálgicas, apesadumbradas.

Es muy sencillo identificarse con un héroe, con un personaje que a priori refleje de alguna manera lo que quisiéramos ser. Sin embargo, es el minucioso trabajo que hace Jenkins al describir cada estadio de la vida del protagonista lo que logra que, aunque seamos diametralmente opuestos a Chiron, nos veamos invadidos por sus miedos, sus inquietudes y sus dolores como si fueran propios. Lo importante de la película no pasa por los hechos, sino que los hechos están elegidos y contados en función a la construcción de la identidad de Chiron; una identidad propia, humana, real, alejada de cualquier estereotipo y golpe bajo.

VEREDICTO: 9.0 - IMPECABLE

Por momentos cruda, realista y poética, Moonlight se transforma en un preciso relato social de un sector prácticamente olvidado por el cine. Respetuosa y alejada de cualquier golpe bajo o sensacionalismo, es sin lugar a dudas uno de los mejores films del año. Aunque recién estemos en Enero, sí.