Luna: una fábula siciliana

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Siempre se dijo que no hay que juntarse con los malos. Que el que mal anda, mal acaba. Aceptar estos consejos es difícil. Mucho más si uno es adolescente y está enamorado. Como está Luna (Julia Jedlikowska), que vive en Sicilia con sus padres, va a un colegio donde uno de sus compañeros es Giuseppe (Gaetano Fernandez), y se atraen mutuamente.

Lo que se intuye como una idílica historia de amor se modificará drásticamente con el secuestro del muchacho. Este hecho también provocará un cambio de carácter en Luna y va a complicar mucho la relación con sus padres, especialmente con su madre a la que desoye sus consejos. Ella tiene a su mejor amiga Loredana (Corinne Musallari) como aliada en su cruzada para poder entender y descubrir lo que le pasó a Giuseppe.

La película dirigida por Fabio Grassadonia y Antonio Piazza cuenta la historia verdadera de lo ocurrido con el hijo de un mafioso arrepentido, que se convirtió en informante de la policía. Porque lo raptó la mafia siciliana en 1996 y lo mantuvo cautivo 779 días. Pero no está narrado de un modo clásico. Sino como un cuento fantástico, donde lo irreal y lo real conviven de manera armónica para suavizar un poco el drama padecido por el adolescente.

El film transcurre con dos relatos en forma paralela. Por un lado, Luna, que, en su mente, los sueños y la realidad se mezclan constantemente, para reflejar el “exterior” del cautiverio. Porque ella, con su tenacidad, busca fervientemente, y hace todo lo que está a su alcance, para encontrar a Giuseppe. Hurga no sólo en el bosque cercano a su casa sino también, en su imaginación. Y cree lo que sueña. Por otro lado, el chico en su celda, sufre el maltrato día a día, por lo que recurre a “volar” con sus pensamientos para escapar de allí y encontrarse con la chica.

De algún modo ambos están privados de su libertad. No importa quien está adentro o afuera. Uno está atado al otro, unidos por sus pensamientos y deseos. El deterioro físico y mental de ellos va incrementándose con el correr del tiempo y no hay quien lo frene.

Dentro de una gran labor cinematográfica, valorada por sus elementos técnicos, especialmente la fotografía, la iluminación y el sonido ambiente, exacerbado en ciertos momentos. Junto a la actuación de los personajes principales, todos medidos y dirigidos con precisión, se contrasta con la reiteración de los momentos de ensoñación por parte de ambos como un modo de edulcorar la tormentosa historia, que termina siendo no del todo beneficioso para el resultado final.