Luna Nueva

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

ACÁ SÍ QUE NO SE COJE

Antes que nada, para algún distraído, el título es un homenaje al brillante sketch del programa “Peter Capusotto y sus videos” que todavía me causa gracia cuando me acuerdo. A propósito, me acordaba de el a medida que avanzaba la proyección de este bodrio dirigido por Chris Weitz donde el sexo aparece reprimido, sacralizado, y los personajes están en un extraño estado de histeria (pienso en “Hysteria” de Muse, banda que tanto le gusta a la autora) que es ecuánime, ya sea Bella (Kristen Stewart), Edward (Robert Pattison) o Jacob (Taylor Lautner). Lo que me resulta más alarmante, sensación que experimente cuando junto a mi colega Mex comentábamos la película, es que éramos los únicos en la sala que parecíamos críticos (es decir, un comentario negativo automáticamente nos hacia críticos) y la gente había salido completamente convencida de que el producto era bueno. Industrial y patético como es, esperaba mayor disenso en el público, aunque sea alguna decepción, pero no, ese entusiasmo era de una uniformidad alarmante. Quiero rescatar de Weitz Un gran chico (2002), película donde demostraba que puede hacer cosas interesantes, y La brújula dorada (2007), donde a pesar de todas las desprolijidades entretiene y mantiene cierta coherencia.

Ahora, por partes: a diferencia de la primera película, Crepúsculo, basada en los poco interesantes libros de Stephenie Meyer (que leí, aclaro), técnicamente Luna Nueva es superior por un trabajo más prolijo dese la escenografía. Evidentemente Weitz, que viene de realizar La brújula dorada, tiene mejor pulso con la cámara y mejor idea de la narración en montaje a la hora de filmar secuencias de acción, además de ser más claro desde la fotografía. Pero, ya sea por la pobreza del material original o por la propia incompetencia de la guionista (hay casos de malos libros transformados en buenas películas) esta secuela es de una pobreza casi absoluta desde el contenido. Cada línea es insólita y ridículamente cursi (“sos como un Sol”, “te amo, sos la única razón por la cual vivo”, y así…), la trama carece más mínimo ápice de emoción –salvo quizá ciertos segmentos de suspenso- y los personajes son herramientas del guión, chatos y superficiales, que incurren en arbitrariedades dignas de la más patética novela melodramática.

A ver: no hay nada que tenga en este relato relieve o desarrollo y el subtexto es preocupante con un solo ojo y probablemente reaccionario con los dos. Es el terror sin sangre, el romance sin erotismo y la represión llevada a niveles masoquistas. Es como si a una sitcom adolescente inofensiva de Disney le hubieran puesto vampiros en portada y le hubieran chupado toda la sangre (literalmente) a sus personajes hasta transformarlos en caricaturas inmersas en una trama más inofensiva y menos oscura que “Hanna Montana”. Es más, a su lado Harry Potter, cualquiera de sus partes, es el Necronomicón de H.P.Lovecraft musicalizado por Opeth. Y no me quiero extender más porque sería seguir revolviendo en cuestiones poco felices, para otras reflexiones encuentro sumamente interesante este articulo en inglés de la página Killer Film escrito por Serena Whitney o está gran reflexión del crítico Leonardo M. D'Espósito. Nada más que agregar.