Lula, el hijo de Brasil

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

En 2010, año electoral en el Brasil, se estrena esta realización cinematográfica basada en el libro “Lula, el hijo del Brasil” escrito por la periodista e historiadora Denise Paraná, que tomó como elementos de construcción literaria la investigación y las entrevistas que ella misma efectuó para elaborar su tesis doctoral en Historia en la Universidad de San Pablo, en la que tomó como eje de su trabajo la figura del actual presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

La autora refiere que al revisar sus notas y grabaciones se encontró con que, más que para una tesis o una novela había material para un guión cinematográfico en la vida del mandatario brasileño, ya que los sucesos de su vida coinciden y tienen directa relación con etapas de la vida social del Brasil, por ejemplo la muerte por mala praxis de su primera esposa en la época que en el país el índice de mortandad en parto era uno de los más altos del mundo, el alcoholismo de su padre ocurre cuando las tabulaciones de esa adicción fueran altísimas en el nordeste, y algo que llamó la atención de la escritora fue el cambio de residencia de la familia da Silva lo efectuó cuando históricamente se marcaron las mayores migraciones internas en el territorio brasileño.

Así fue que junto al realizador Fabio Barreto, además de otros seis guionistas, escribió finalmente el guión al que titularon igual que la novela.

La historia que se ve en pantalla es la vida del ya mencionado Presidente Lula (sobrenombre que el político agregó legalmente a su apellido) desde su nacimiento hasta el año en que muere su madre, motor de su energía combativa y es arrestado por sus actividades como líder gremial.

La obra cinematográfica tuvo un costo que primeramente se calculó en cinco millones de dólares, luego se dijo que serían siete y a la hora del estreno sudamericano se afirma que fueron en realidad diez millones aportados por empresas privadas, lo que ha provocado reacciones de la oposición.

Todo ese dinero se empleó en hacer una grandiosa producción con buenas locaciones y vestuarios y el manejo de una cantidad considerable de extras en escenas de movilizaciones partidarias y gremiales.

Barreto utiliza en la edición una acertada corrección de color que remarca el clima emotivo de las escenas.

Para interpretar al mandatario el actor Rui Ricardo Dias fue la opción luego del sucesivo rechazo de otros dos actores por diversos motivos. Dias compone a un político resuelto y enérgico con profusión de gestos adustos algo, esto último, que en la actualidad no se ve en el personaje que interpreta ya que en fotografías oficiales y noticieros se lo muestra siempre con una sonrisa con cierto aire de picardía.

Gloria Pires, estrella consagrada de la televisión y actriz casi fetiche de Barreto, saca provecho de su rol de la madre del protagonista aunque lucha todo el tiempo con una gesticulación que acentúe un envejecimiento que el maquillaje no le otorga en su justa medida.

Quien se luce y destaca en el plano actoral es el actor Milhem Cortaz como el padre de Lula. El actor construye a un hombre analfabeto, tosco, que con simplicidad biológica tiene dos familias pararelas. Las posiciones corporales que emplea Cortaz para componer su personaje marcan escena a escena la declinación de su personalidad ya vencida por el alcohol.

Nos encontramos ante una biopic de un notorio personaje contemporáneo que se ve casi a diario en las noticias. Llama la atención, si nos atenemos a lo que se ve en pantalla en esta trama histórica, que quien gobierna el país más grande territorialmente de Sudamérica nunca haya emprendido nada que le saliera mal. Salvo la privación de su libertad por su actividad gremial en el sindicato de metalúrgicos en épocas de férreas y prolongadas dictaduras.