Lugares oscuros

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Muchos de nosotros conocimos a Gillian Flynn a partir de su tercera novela, Perdida, más precisamente de su adaptación cinematográfica. La novela era un thriller que manejaba los puntos de vista con mucha astucia y usaba como materia prima la guerra de los sexos y las relaciones de pareja para contar una historia con muchas vueltas de tuerca que por momentos caminaba en la cornisa del verosímil y no pocos tildaron de misógina.

La adaptación de David Fincher fue extraordinaria. Con un exquisito manejo del montaje, Fincher logró sortear los ripios de la historia y logró un verosímil que en la novela estaba colgado de un pincel. Probablemente ayudó que la propia Flynn haya sido la adaptadora, pero a esta altura hay que sacarse el sombrero por Fincher también.

Lugares oscuros es la adaptación de la novela anterior de Gillian Flynn, pero no la dirige Fincher ni la adapta Flynn y esto se nota. No leí la novela, pero viendo la película uno imagina que tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que Perdida, que sí leí: idas y vueltas en el tiempo, flashbacks inciertos, mujeres un poco chifladas (no me gusta erigirme en policía anti misoginia, pero digamos que es un poco llamativo lo de Gillian Flynn) y resoluciones que privilegian la sorpresa a la verosimilitud. Y lo del director y adaptador Gilles Paquet-Brenner es tan flojo que las virtudes pronto se diluyen en la trama vueltera y los defectos no están atenuados sino acentuados.

La historia: Libby Day (Charlize Theron) es la sobreviviente de la llamada Masacre de Kansas, un hecho policial en el que fueron asesinadas su madre y sus dos hermanas cuando ella tenía sólo siete años. Después de eso, Libby se transformó en una celebridad nacional, publicó un libro y recibió donaciones que le permitieron vivir sin trabajar. Pero ahora la opinión pública ya se olvidó de ella, le quedan menos de 500 dólares en la cuenta bancaria y como nunca trabajó ni estudió, está en problemas.

Pronto la contacta Lyle (Nicholas Hoult), un freak que forma parte de un grupo de fanáticos de los casos policiales. Le ofrece dinero para ir a dar una charla al grupo, pero lo que en realidad quiere es que lo ayude a descubrir al verdadero responsable de la Masacre de Kansas. Porque si bien para la justicia el culpable de los asesinatos fue el hermano de Libby, y permanece en prisión desde entonces gracias al testimonio de la propia Libby que dijo que lo vio dispararle a su madre y hermanas, él está convencido de que es inocente.

El punto de partida es interesante y original: un viejo crimen y un supuesto inocente preso ya se han visto, pero la idea del grupo de fanáticos morbosos de los casos policiales y el personaje de la sobreviviente que no por convicción sino por dinero va a investigar lo que pasó tienen su atractivo. Pero esto pronto se diluye y ya no importa mucho Lyle: la película se convencionaliza y se transforma en Libby investigando el caso.

Igual que en Perdida, la película transcurre en el presente -la investigación de Libby, que se reduce a sus entrevistas con distintos actores del conflicto- y el pasado, los días previos a la masacre. Ambas líneas van confluyendo hacia un final que sí, es sorprendente pero no, no es verosímil.

Probablemente la novela Lugares oscuros sea inferior a Perdida, no la leí pero me da esa impresión. Lo que es seguro es que buena, regular o mala, Paquet-Brenner hizo con ella una película que no funciona.