Lucy

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Besson canta la posta

Luc Besson se levantó un día con más pretensiones que de costumbre. Pretensiones al estilo Hermanos Wachowski con esa idea de que el cine está hecho para explicar filosóficamente el universo. Entonces junta todos sus prejuicios científicos, como la idea de que el ser humano usa sólo el 10% de su cerebro o su curiosa interpretación de la teoría de la evolución que implica el concepto de inmortalidad (¿?) y le dice a Morgan Freeman que lo explique a cámara. Mientras tanto, en Taipei, capital de facto de la República de China y nueva capital de la colonización cultural, vemos a una chica con pocas luces interpretada por Scarlett Johanson y que se llama Lucy, que comete un par de errores imbéciles que hacen que termine siendo utilizada como mula para transportar en su vientre medio kilo de una droga nueva que luce escandalosamente parecida a la metanfetamina azul del querido Walter White de Breaking bad. La bolsa se rompe e ingresa en el torrente sanguíneo de Lucy una gran cantidad de sustancia azul que por alguna razón en lugar de matarla hace que pueda usar su cerebro al máximo y adquirir poderes como inmiscuirse en las redes 4G o paralizar a las personas. Y esto es sólo la premisa inicial.

En adelante se sucederán una cantidad casi ilimitada de arbitrariedades inverosímiles, y sí, estará quien me pregunte por qué aceptamos que un suero transforme a un pelele en el Capitán América y no nos gusta que una droga transforme a Lucy en alguien poderoso, y yo le respondería que Besson hace trampa porque pretende explicar todo lo que sucede mediante la ciencia -en realidad con lo que él sugiere que es ciencia-, dándole a todo un aire de solemnidad muy extraño si pensamos que en la escena siguiente aparecerán un montón de mafiosos taiwaneses estereotipados a los gritos, tirando misiles a una puerta de madera perfectamente regular y sin ningún refuerzo.

Besson pretende transmitirnos constantemente el valor del conocimiento, esa idea ridícula y gastada que suena bien acerca de que la redención del ser humano se alcanzará mediante el saber científico. Filosofía de hace cien años que sonaba interesante para una civilización que no había vivido algunas cosillas como el Holocausto y la bomba atómica.

Mientras estaba viendo Lucy, me aterró pensar la posibilidad de no estar entendiendo el mecanismo de la película, porque no me estaba gustando y sentía que Besson se estaba moviendo en el límite entre el entretenimiento despreocupado y disparatado y la pavada Wachowski. Entonces pensé en Lucy, personaje cuyas acciones jamás están justificadas. Cuando era común, era manipulable y tonta. Cuando adquiere poder, se convierte en un ser sentencioso, salvaje y sin alma. Luego pensé en Milla Jovovich y los personajes con capacidades diferentes que Besson le hace interpretar en Juana de Arco o en El quinto elemento. Me dije que Luc tiene algunas cuestiones ideológicas que resolver, sobre todo con respecto a las mujeres que aparecen en su obra. Así que yo, que también tengo algunas cuestiones ideológicas que resolver, no me voy a avergonzar tanto si me equivoco cuando digo que Lucy sólo cumple el cometido de entretener mínimamente, pero que en general es una injustificada pelotudez.