Lucy

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Amazona 2.0

Luc Besson, que tiene debilidad por las heroínas, seguramente no ignora los dos últimos roles de Scarlett Johansson en films de ciencia ficción. Tanto la inteligencia artificial de Her como la alienígena de Under the Skin se combinan en Lucy junto a (guste o no) la propensión del director por la desmesura. La historia empieza en Taipei, cuando Lucy (Johansson) se involucra involuntariamente en una operación con un mafioso chino. La organización la secuestra, inserta en su abdomen una droga experimental y la devuelve junto a un grupo de mulas a sus países de origen. En paralelo, el profesor Norman (Morgan Freeman) diserta sobre las limitaciones del hombre, que apenas usa el 10 por ciento de su cerebro. Y mientras un estudiante pregunta qué ocurriría de utilizar el 100 por ciento, Lucy recibe golpes en el estómago que liberan la droga, convirtiéndola en un ser superior. Besson usa la vieja, ni comprobada ni descartada teoría del escaso uso cerebral para crear un film de acción. Su Lucy se torna siniestra, al filo de la abductora en Under the Skin, y si bien sus procedimientos no son tan inquietantes como en el film de Jonathan Glazer, Johansson lleva adelante el film, con sus innegables dotes para construir un personaje encantador.