Lucky

Crítica de Roger Koza - Con los ojos abiertos

El tiempo es tan implacable como inaprehensible. Sus diversos modos de medición no alcanzan para asir la naturaleza irreversible que define el ser del tiempo. Abstracción y convención necesarias, el tiempo se revela tardíamente sin mediación alguna en el cuerpo de todo hombre o toda mujer. Por ejemplo, en el cuerpo de Harry Dean Stanton, que a los 90 años interpretó este papel notable que un realizador debutante, y también reconocido actor secundario, intuyó como elegía. Un año después de la filmación, el legendario actor murió. Es por eso que Lucky no puede ser entonces considerada como una ficción a secas. El cuerpo del actor excede cualquier artificio. La puesta en escena tan solo saca provecho de la piel estirada por el tiempo, los músculos vencidos y la peculiar irradiación de los ojos de los ancianos. La edad es aquí lo real de la ficción, un plus ontológico que no se puede idear en un guion.