Lucha. Jugando con lo imposible

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Es fácil caer en las comparaciones entre el documental “Lucha, jugando con lo imposible” y el que en 1987 estrenó Tony Mayland sobre el mundial de fútbol México 86. Sobre todo en lo concerniente a lo épico del deporte cuando este es decorado con música de gesta y gloria de batallas, registros de cámara en los cuales se puede contar hasta la cantidad de gotas de transpiración y el grito de gol de miles de gargantas. En esto, hasta se podría decir que conceptualmente estamos hablando del mismo tipo de productos.
En donde se traza una diferencia clara es en el texto. Si uno se queda solamente con el texto del guión, “Héroes” era un relato sobre el terremoto de México, la organización del mundial, la fase de grupos y luego octavos, cuartos, semifinales y final. En el caso del estreno de esta semana, Ana Quiroga y Miguel Pérez abordan la idea a partir de enterarse del retiro de la mejor jugadora del mundo de hockey femenino. Si se trata de construir un libreto cinematográfico sobre el retiro, en este caso del deporte, el objetivo está logrado. Es decir, lo mejor del texto es cómo deja flotando la sensación de vacío cuando una etapa se termina en la vida de una persona. Ni hablar si se puede extrapolar a un ícono semejante. ¿Cómo se hace para dejar de “ser” ese referente y tomar las riendas de la propia vida? ¿Cuesta reinventarse? ¿Cuánto?
Esa es la gran virtud de una película que transita por los caminos lógicos dado el tema y el retrato de vida que se intenta plasmar. Las giras, la familia (sin abusar del recurso), vestuarios, micros, viajes y por supuesto el juego. Allí en donde Luciana Aymar desparramó rivales como si fuesen postes,es donde está la fuerza y potencia de imágenes que dejan boquiabiertos.
Por suerte los directores no erigen la figura por sobre lo humano como si fuese un ejemplo paradigmático de vida. Por el contrario, vemos a una persona con un talento extraordinario, potenciado por un corazón de fierro;, pero lejos de subirse al trono de bronce, más allá del particular carácter de la jugadora que también se vislumbra en algunas pinceladas y testimonios. Al término de la proyección quedarán las cuestiones internas y mucha emoción a flor de piel que con simpleza de montaje y recursos genuinos logran ser inspiradores.