Love punch

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Joel Hopkins se había dado a conocer disimuladamente en el mundo del cine con el pequeño éxito que significó la amable Tu última oportunidad en 2008. Una historia centrada en un hombre que ya estaba de vuelta de la vida, tratando de enmendar los errores con su hija y enamorándose casualmente de una desconocida; la presencia de Dustin Hoffman y Emma Thompson en los roles principales tenía mucho que ver con el resultado de esta comedia dramática romántica adulta.
Seis años después, Hopkins vuelve sobre una historia de amor destinada al público adulto, aunque esta vez en un tono muy distinto. Love punch, su tercer largometraje (su ópera prima es la ignota Jump Tomorrow), mezcla el romance más en plan comedia disparatada con dosis de cine de acción e intriga; por supuesto, el resultado es otro.
Esta vez son Kate y Richard (nuevamente Emma Thompson, y Pierce Brosnan respectivamente), un matrimonio divorciado que mantienen una relación más o menos amigable pero a la vez ácida en los conceptos del uno hacia el otro (sobre todo de ella hacia él). Richard, mujeriego, irresponsable, mantiene una empresa con la que subvenciona a Kate (típica mujer ordenada de suburbio), mantiene la universidad de su hijo, y sostiene la vida de varios empleados.
Pero una serie de malos negocios, más una venta que hace que la empresa sea absorbida por un empresario extranjero que quiere llevarla a la quiebra para sacar ganancias dejando a todos en la calle complica, y mucho, las cosas. Aprisionados por ver su futuro, los gastos de la universidad, y sobre todo (lo repiten una y otra vez) la pensión de sus empleados, en peligro; Richard y Kate planean una solución. Casualmente – término que podría ser muy utilizado en esta película – Kate se enteró por TV de la venta de una joya carísima, que marcó un record en la subasta; y ahora, esa misma joya, la ve en el cuello de la prometida del hombre que los estafó.
Entonces, casi como si decidiesen ir a hacer las compras al Súper, deciden viajar a Francia para robar la joya y así hacerse con lo que llaman una recompensa justa. No analicemos lo descabellado del asunto, cómo una pareja conservadora se convierte sin más en timadores y reyes del disfraz, como viajan por el mundo sin demasiado dinero, cómo aprenden a usar armar de un momento al otro, nada, digamos que son las leyes de la comedia.
El cine inglés tiene una larguísima trayectoria en cuanto a la comedia, especialmente con toques negros o ácidos. Este no es el caso, quizás haya algo de acidez en su crítica social, pero todo es muy solapado e impostado. Hopkins, también autor del guión, tiene la sola intención de crear una comedia con mucho ritmo, de tono ligero, pero con un elenco de figuras mayores; el resultado es como mínimo, desparejo.
Emma Thompson y Pierce Brosnan demuestran oficio, ambos tienen anclaje en la comedia, y por separado sacan alguna escena del apuro; pero entre ellos la química es inexistente, si observamos con cuidado son pocas las veces en que aunque sea se miran a los ojos. A todo debemos sumarle que lidian con diálogos bastante complicados de pronunciar para personas que rondan los 60 años con la más mínima credibilidad. A la pareja protagónica la acompaña otro matrimonio amigo compuesto por Timothy Spall y Celia mrie, nadie puede negar que son buenos comediantes, pero aquí se limitan a repetir varias veces el mismo chiste.
El argumento carece de gags efectivos, las escenas se extienden más de lo debido perdiendo la gracia del remate justo en el camino, y lo que puede ser un chiste ingenioso se repitre varias veces perdiendo su efectividad la segunda vez. Sí, puede esbozarse alguna sonrisa tímida en varios tramos del asunto, pero en lo que queda de metraje se bordea la palabra que menos queremos escuchar en una comedia, aburrimiento.
La utilización de elipsis circulares, sonidos para el comienzo y fin de determinadas escenas, y algún timing payasesco nos hacen pensar que tal vez el director quizo rememorar algún programa televiso de sketch de 30 años atrás, digamos Benny Hill para mantenernos en nacionalidad. Para rematar el asunto, los personajes secundarios son unilaterales (¡ay, el personaje de la prometida!), y la pareja protagónica deberá sortear varios tramos cercanos a la humillación, como cuando cerca de la resolución, terminen disfrazados de texanos.
"Love Punch" claramente es una comedia pasatista, sin pretensiones edificantes ni morales, sin vueltas de tuerca ni pasajes complejos; se limita a lo méramente turístico y anecdótico; lo cual no sería necesariamente errado, de no porque pese a sus pocas ambiciones, aun así luce fallida.