Los viajes de Gulliver

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Una película no tan grande

Esta comedia fantástica es una adaptación muy libre de la novela del irlandés Jonathan Swift escrita en 1726, que mezcla una historia moderna con otra que tiene a reyes y princesas como protagonistas.

El actor de Escuela de Rock, Jack Black, es Gulliver, un repartidor de correo en un periódico de Nueva York que sueña con convertirse en editor de viajes. Para ello, engaña a su jefa (Amanda Peet), y se embarca en una aventura hacia al Triángulo de las Bermudas, pero llega a la isla Lilliput, un lugar habitados por personas muy pequeñas.

La película, pensada en clave infantil y realizada por Rob Letterman (Monsters vs aliens y El Espanta tiburones) echa mano a los recursos de las escalas y diferentes tamaños para sorprender al espectador. Pero la fórmula se agota rápidamente y Jack Black (también productor) está obesionado por citar La guerra de las galaxias y Titanic en una historia que hace referencia también a King Kong y Transformers. Esto no resulta funcional y mucho menos divertido.

Este "gigante" entre enanos es elegido rey y combate al villano de turno, pero sin sorpresas. Todavía se recuerda la versión televisiva protagonizada por Ted Danson o la que hizo Richard Harris, que aquí tiene calcada la escena de los barcos. Esta no es una película tan grande como su protagonista.