Los Vengadores

Crítica de Diego Faraone - Denme celuloide

Por lo general las cosas se dan al revés. Ante la perspectiva de una perdida multimillonaria, los productores hollywoodenses presionan para estandarizar los productos, volviéndolos rígidos, impersonales y rutinarios. Pero uno de los estrenos más esperados de esta temporada no sólo colma las expectativas sino que además resulta ser una de las películas de superhéroes más efectivas y divertidas hasta hoy filmadas.

Primero un poco de historia: Los vengadores es un grupo de superhéroes creado en 1963 por Stan Lee y Jack Kirby, historietistas de la editorial Marvel. La eterna rival de Marvel, DC comics, había lanzado tres años antes la serie La liga de la justicia, reuniendo varios de sus personajes más importantes (Superman, Batman, Mujer maravilla, Flash, Linterna verde, Aquaman y Detective marciano), con gran éxito de ventas. En rigor, la primer respuesta de Marvel fue crear Los 4 fantásticos (Señor elástico, Mujer invisible, Antorcha humana y La mole), pero la verdadera reunión de héroes preexistentes se daría con Los vengadores. En esa primera época, los "fundadores" del equipo de superhéroes eran Thor, Iron man, Ant man, Avispa y Hulk, y con el correr de los años se irían reclutando otros a la franquicia. De hecho, los aquí presentes Capitán América y Ojo de halcón entrarían al equipo más adelante, y Viuda negra recién en los años setenta.
La idea de llevar adelante esta película viene desde hace al menos seis años. Marvel Studios obtuvo una subvención por 525 millones de la compañía financiera Merril Lynch, y desde entonces se abocó a establecer las bases fundacionales. En el año 2008 se filmó la primera Iron man y, luego de los títulos de crédito finales, hacía aparición un Samuel L. Jackson ataviado por primera vez como Nick Fury, en su reclutamiento para lo que sería un emprendimiento sin precedentes. Luego vino El increíble Hulk, también en 2008, Iron man 2 en 2010, Thor y Capitán América en 2011. En las tres últimas aparecía Nick Fury anticipando de alguna manera esta película y la posterior reunión de todos ellos.
Las estrategias para captar audiencia y promover la ansiedad del público se han vuelto una pieza fundamental para la industria hollywoodense. La gran apuesta a las primeras semanas de estreno, antes de que la piratería comience a fluir, requiere de una publicidad previa que puede desplegarse hasta años antes, como es éste el caso. No es desacertado pensar en esta película, Los vengadores, como un plan muy inteligente y como una apuesta monumental de energías, de tiempo, de dinero: Iron man costó 140 millones de dólares y su secuela 200, Thor y El increíble Hulk, 150 millones, Capitán América 140. Todas obtuvieron réditos más que sustanciales. Los vengadores costó más que ninguna: 220 millones -a lo que habría que calcular un centenar de millones más por concepto de publicidad- por lo que pasaría a ser la más cara del universo marvel, y una de las diez películas más costosas de la historia del cine. Con una semana de estreno en cines la cifra ya fue recuperada, y se estima que para el sábado la recaudación ascenderá a cerca de los 500 millones.

Un desconocido en acción. Pero la apuesta más curiosa en esta película es el haberse jugado por el director Joss Whedon, un director totalmente inexperiente en lo que refiere a largometrajes multimillonarios. Había guionizado y dirigido series de éxito (Buffy la cazavampiros, Angel, Firefly y Serenity) y escrito los guiones para algunas películas -incluso se dice que fue él quien tuvo el buen criterio de impedir, como co-guionista, que Toy story fuese un musical- pero ningún precedente que se acerque a este megaemprendimiento. La incorporación a filas de este casi-desconocido fue uno de los mayores aciertos.
Las expectativas son colmadas; lo que el público busca ver aquí es precisamente lo que esta película da. Acción, humor, superhéroes haciendo cosas de superhéroes -como salvar al mundo y otras pequeñeces- grandes presencias, grandes despliegues visuales, grandes amenazas, grandes contraofensivas. El que merece las palmas antes que nadie es Robert Downey Jr. quien logra una vez más al personaje más carismático del cuadro. El actor, también protagónico de la saga Sherlock Holmes, ocupa hoy un puesto preponderante en el cine de entretenimiento familiar, pudiendo presumir, como Harrison Ford (Star Wars, Indiana Jones) y Ian Mc Kellen (El señor de los anillos, X-Men) de estelarizar dos franquicias de éxito simultáneamente.
Lo cierto es que toda la incorrección, la arrogancia, el egocentrismo y la genialidad del multimillonario Tony Stark vuelven a Iron man el superhéroe más desenvuelto y divertido. En un segundo lugar, aunque quizá no tan alejado, se encuentra otro gran acierto de casting, Mark Ruffalo como Hulk, una amenaza latente incluso para el mismo equipo, un incontrolable enlatado de TNT que podría destaparse en cualquier momento. La calma contenida de Ruffalo, su condena vital y su doble condición lo vuelven un personaje tan adorable como temible, y cada transformación en la imparable mole verde llama a la incondicionalidad inmediata. En un tercer lugar, la bellísima Scarlett Johansson es la asesina furtiva Viuda Negra, una de las superheroínas que no tiene poderes especiales sino pura y llana destreza corporal, más entrenamientos en las más diversas áreas.

La acción al servicio de la historia. Precisamente uno de los puntos que los realizadores debían cuidar es que ninguno de los personajes sobresaliera demasiado, que cada cual estuviera dosificado lo justo, de modo de no opacar a los otros ni defraudar a los fans. Ninguno queda mal parado, todos tienen asignada una buena cantidad de metraje y diálogos y un desempeño crucial en la acción. La película regala, además, enfrentamientos entre ellos que oscilan entre lo desternillante y lo simplemente brutal, logrando que el infantilismo de algunos personajes se convierta en parte esencial del conflicto general. Iron man busca pelea con Capitán América constantemente, Thor se pelea con todo y todos y sus feroces contiendas con Iron Man y Hulk son inolvidables, y el encuentro final de este último con el archivillano de turno va directamente a la antología. Además de mantener la acción a gran escala en un punto siempre alto, el director Wheddon se las ingenia para que el accidentado desenlace a través de las calles de Manhattan sea tan impactante como caótico, y para lograr un notable plano secuencia que sobrevuela la contienda, en el cual se exhiben a los distintos personajes en acciones simultáneas.
Si bien la anécdota es de manual y no hay nada novedoso en ella -el malo que quiere dominar al mundo, hacerse de una fuente de poder ilimitado y volcar en la tierra un ejército horrendo, y los vengadores que salen unidos a detenerlo- quizá el acierto esté en que se haya apostado al humor, que no se busque la solemnidad, que se confíe en la simpatía personal de los personajes, en sus diálogos, en que los efectos especiales estén subordinados a la historia y que no sean un fin en si mismos. Es verdad, no hay contenidos ocultos más que algún guiño para fans, no existe la posibilidad de encontrar múltiples lecturas en la línea argumental ni tampoco puede verse una intención de conducir el género hacia nuevos caminos. Pero Los vengadores goza de una frescura particular y despierta un placer poco frecuente: el de asistir a una historia clásica bien narrada, bien montada y bien resuelta; con el poder y la convicción de gente que sabe lo que busca y cómo transmitirlo.