Los Vengadores: Infinity War

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

DEUS EX MACHINA

Desde hace un rato largo que Marvel Studios viene bajando línea con que Avengers: Infinity War es su “endgame”, la instancia de culminación de un proceso cinematográfico de diez años que involucró una docena y media de películas en cuidadosa y calculada sucesión. La promesa se cumple, pero en más de un sentido, para bien y para mal, lo cual tiene unas cuantas implicancias.

El film da rienda suelta a la prometida guerra intergaláctica por el control de las Gemas del Infinito, con el megavillano y déspota Thanos tratando de hacerse con los seis artefactos en pos de concretar un plan tan ambicioso como simple: liquidar (con un simple chasquido de los dedos, como se dice un par de veces a lo largo de la película) a la mitad de la población universal, para así restaurar el equilibrio en el cosmos. Obviamente, eso hará que todos los héroes que presentó Marvel hasta el momento deban pasar a la acción, aunque no necesariamente unidos: hay un despliegue de diferentes tramas y campos de acción, con lo que la película cobre un sesgo disperso y dinámico a la vez. El modelo que parece seguir Avengers: Infinity War en buena parte de su metraje es el de la aventura espacial al estilo Star Wars: muchas cosas pasando al mismo tiempo, a un ritmo vertiginoso, confiando en una empatía por parte del espectador que ya viene cimentándose en los films (e historietas) anteriores. Pero esa apuesta frenética, de acciones y decisiones permanentes, solo funciona a medias.

Lo mejor, claramente, pasa por las interacciones cómicas entre los personajes, porque demuestra que el elenco está integrado por muy buenos comediantes (o actores capaces de adentrarse en el terreno de la comedia con total soltura) que saben dejar potenciales egos de lado, complementarse apropiadamente y hacer de ese conocimiento mutuo una instancia hilarante. También que Joe y Anthony Russo podrán haber hecho con Capitán América y el Soldado del Invierno y Capitán América: Civil War películas físicas y serias, pero por algo supieron trabajar en series de comedia como Community. El resultado son grandes pasajes de comicidad, donde la autoconsciencia es plenamente productiva: de hecho, el cruce que se da entre Thor y los Guardianes de la Galaxia parece haber sido filmado en conjunto por James Gunn y Taika Waititi.

Donde surgen los problemas en los aspectos dramáticos, y eso se nota particularmente con las tres tramas románticas que se presentan, protagonizadas por Scarlet Witch y Vision; Gamora y Star-Lord; y Bruce Banner y Viuda Negra, siendo las dos primeras decisivas en el relato central. Ninguna está plenamente desarrollada dentro del film, como confiando excesivamente en lo que se venía mostrando (o más bien insinuando) en los capítulos anteriores. Y eso se traslada al resto de los personajes, porque Avengers: Infinity War parece demasiado preocupada por contar eventos antes que por darle entidad a sus protagonistas: por ejemplo, héroes de enorme carnadura como Iron Man y (especialmente) el Capitán América quedan relegados o disueltos, y lo de Pantera Negra (que es realmente muy poco carismático) es directamente irrelevante.

Dentro de ese panorama, el hallazgo, tan necesario como inesperado, termina siendo ese villano que es Thanos, un tipo manipulador, ególatra y despiadado, pero también consistente en su pensamiento y accionar. El tipo tiene un plan y va a fondo para cumplirlo, haciéndose cargo de los costos que tiene que pagar. Eso lo hace complejo y humano, porque incluso interpela las convicciones heroicas de sus enemigos, desde los sacrificios que se hacen (o se están dispuestos a hacer) en pos de sostener una meta, ideología o pensamiento determinados. Y hasta le permite sobreponerse a unas cuantas vueltas de tuerca del guión que hacen crujir (y hasta romper) el verosímil de la película, y en las que es directo protagonista.

Porque ese es posiblemente el mayor inconveniente del film de los Russo: el ser una película –muy entretenida y con algunos grandes momentos- de guión, y de un guión que aplica múltiples giros en pos de forzar sucesos determinantes a futuro. Acá, queda más clara que nunca la estructura narrativa y formal del Universo Cinemático de Marvel: es una serie que en clave gigante y cinematográfica, y Avengers: Infinity War es “el gran final de temporada” que todos deberíamos recordar en el futuro. Eso es válido y puede implicar manipulaciones comprensibles, aceptables incluso. El problema es el costo a pagar: en Avengers: Infinity War pasan un montón de cosas que deberían impactarnos de manera hondamente emocional, pero eso no termina de suceder, porque el foco está puesto en lo que acontece, no en lo que les pasa a los protagonistas, que son cuestiones mucho más diferentes de lo que puede parecer a simple vista. En un punto, Marvel termina accionando de manera similar a Thanos: en pos del objetivo de largo plazo, mueve las piezas a su antojo, llevándose todo por delante y exhibiendo todo su poder, que no solo es económico, sino también cultural y hasta podría decirse que religioso. Marvel ya es una deidad, que acomoda todo como quiere y configura un orden a seguir, doblando y quebrando las leyes que se interponen en su camino. La pregunta que queda flotando es si el fin justifica los medios.