Los Vengadores 2: Era de Ultron

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Desprolija. Inconsistente. Opaca. Esos serían los tres primeros epítetos con los cuales arrancaré la presente review de Vengadores: La Era de Ultrón. He defenestrado filmes geniales por detalles muchos menores (aunque esencialmente vitales), y la segunda entrega de Los Vengadores tiene poco de copado. Es un gran espectáculo, y hay un puñado de grandes momentos, pero la calidad sube y baja de un momento a otro. Quizás a la Marvel se le esté terminando la nafta, o - lo más probable - es que sea hora de que Joss Whedon deje la silla de director y libretista, y se la entregue a otro tipo con ideas mas frescas. Que Vengadores: La Era de Ultrón vaya a recaudar una cantidad obscena de dinero, no necesariamente significa que sea excelente o memorable. Es un gran show, pero tiene mucho menos carisma que la primera Los Vengadores, y más de espectáculo hueco al estilo de la saga Transformers. A la media hora de irse del cine, uno se habrá olvidado del grueso de las escenas del filme.

Hay muchas cosas que en la película no funcionan, y es posible que todo tenga que ver con el cansancio: actoral, creativo, argumental. Si la primera Vengadores fue genial, ésta se ve rutinaria, desgastada: la primera hora se debate en lo rebuscado de la trama, y ni siquiera los adorables personajes que componen el equipo de superhéroes hace algo para mejorar el clima general. Robert Downey Jr parece aburrido y carece de esa chispa genial que sirvió para cimentar todo el Universo Cinemático Marvel, Chris Evans habla sin gracia y se pasa de estoicismo (como si fuera un boy scout superpoderoso); Chris Hemsworth habla poco, Mark Ruffalo parece un ladero de Tony Stark, y los chistes brillan por su falta de comicidad. Y si todo esto parece demasiado serio y deprimente, al menos las cosas se ponen mucho mejor cuando entra James Spader (Ultrón) en escena. Este es un villano grandilocuente y apasionado por robarse cada una de las escenas; a veces bordea lo camp, pero al menos le inyecta energía a su personaje, algo que parece ausente en el cast de justicieros superpoderosos. Para colmo el libreto mete con calzador un romance entre la Johansson y Ruffalo, el cual figurará entre uno de los menos creíbles de la historia del cine (sacándose chispas con el absurdo enredo sentimental de Trinity y Neo en la saga Matrix). ¿No era que la Romanoff tenía feeling con el Capitán América? ¿Qué le vió una asesina profesional a un nerd ofuscado, recargado de traumas y pasado de tímido?.

El inicio tampoco es muy bueno. Si Stark estaba retirado y SHIELD desmantelada, ¿cómo hicieron estos tipos para juntarse y coordinar un ataque masivo a la fortaleza mas grande de HYDRA?. Y desde ya, el momento en que Stark decide tomar la Inteligencia Artificial alienígena del cetro de Loki y la construye en el mundo real - para potenciar la legión de robots que controla - es de una estupidez incalculable. En cinco minutos tenemos una mega amenaza cibernética imparable y nadie - absolutamente nadie - agarra del cogote a Strak por su error garrafal. Ok, el tipo quería proteger al mundo con su ejército de robots pero... ¿por qué no probó primero si la IA que estaba montando estaba chiflada como una cabra?.

Si los héroes no funcionan - Stark casi no hace chistes, y todos se ven muy seriotes -, por suerte los villanos no le van en saga. Al delicioso Spader se le une Elizabeth Olsen, la que no tendrá gran presencia física pero se impone con la voz y los gestos, y hasta el usualmente insípido Aaron Taylor Johnson resulta pasable. Uno podría decir que, gracias a ellos, la primera hora resulta tolerable; y el equipo de superhéroes recién encuentra sus propios pies en la segunda hora, comenzando con la megapelea entre un Hulk envenenado por Scarlet Witch, y un Iron Man dotado de una megaarmadura gigantesca.

Justo cuando la película parece haber entrado en los aceitados carriles de los productos Marvel, se despacha con un Deus Ex Machina gigantesco, y es la aparición de Visión, un ser artificial creado originariamente para ser el cuerpo humanoide de Ultrón, y que los Vengadores le han arrebatado, fusionándolo con la IA de Jarvis (recuperada a último momento). El cómo confian en ese individuo rosado de capita es un misterio, y la pulcritud de Paul Bettany no se condice con el festival de egos que usualmente exhibe el equipo de Vengadores. Pongan algunos cambios de bando, un par de vericuetos pocos creíbles, y un final desbordante de efectos especiales, y tendremos el panorama final de la película.

Es posible que Los Vengadores: La Era de Ultrón sea el primer paso en falso de la Marvel (al menos en lo creativo). Le faltaba una cocinada mas, equilibrar sus componentes - menos secuencias personales como la vida familiar de Hawkeye (¿a quién le importa?) y mas interacciones personales como las rencillas diarias que tienen estos paladines desbordados de moralina y soberbia -, y acentuar mas los personajes antes que el espectáculo. A final de cuentas, los mas delicioso de la primera Los Vengadores era la quimica de sus personajes, pero aquí todos lucen cansados y deslucidos. Hay algún que otro momento, pero ésta no es una película que uno termine aplaudiendo de pie; si el balance hubiera sido mejor en el bando de los buenos, éste podría haber sido un clásico memorable ya que Ultrón es uno de los mejores villanos que uno haya visto en el Universo Cinemático Marvel. Así como está, es un producto regular sobreproducido, inferior incluso a las entregas mas flojas de la Marvel (como Iron Man 2, p.ej), el cual carece de ese carisma tan particular que uno siempre termina festejando. Quizás estemos viendo la luz al final del túnel o será agotamiento creativo, razón por la cual hay que renovar responsables - y la Marvel posee un abundante equipo de creativos, brillante e inspirado -, lo cual sería aconsejable antes de meter a la franquicia en una espiral de decadencia imposible de remontar.
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