Los últimos

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Apocalipsis acá nomás
La opera prima de Nicolás Puenzo plantea un escenario de sequía producto del uso abusivo del agua para la minería.

Los últimos se adentra en un territorio poco explorado por el cine nacional: la ciencia ficción. Aunque Nicolás Puenzo -miembro de un clan cinematográfico: es hijo de Luis y hermano de Lucía y Esteban, todos ellos involucrados en la película- prefiere definir el género de su opera prima como “realismo futurista”, porque se mete con temas de enorme actualidad, como la crisis humanitaria de refugiados y desplazados, y la depredación de los recursos naturales.

Como fuera, Puenzo aprovecha los fascinantes paisajes desérticos de Bolivia, el noroeste argentino y el norte chileno para desarrollar una historia postapocalíptica que parte de una premisa real: en 2016, Bolivia declaró la emergencia nacional por la falta de agua. En el marco de una sequía provocada por el uso irracional de los recursos hídricos para la minería, Yaku y Pedro -la peruana Juana Burga y Peter Lanzani- emprenden una travesía en busca de un futuro mejor.

Puenzo consigue plantear el nudo dramático a partir de la acción, sin necesidad de recargar el guión con parlamentos explicativos. La propia deriva de la parejita nos revela el estado de situación: hay corporaciones extranjeras saqueando la tierra, con cómplices locales que arman operaciones a su medida; hay una resistencia clandestina vinculada a los pueblos originarios; hay seres humanos cuyas vidas son despreciadas.

El marco está sólidamente armado, con gran apoyo de los escenarios -naturales y urbanos- y los efectos especiales, utilizados en su justa y necesaria medida. Pero sobran elementos místico-filosóficos (la figura de la serpiente que se muerde la cola, por ejemplo, está forzada) y faltan componentes emotivos que establezcan empatía con los personajes. Algunos de ellos -el villano de Alejandro Awada, el fotógrafo de Germán Palacios, la médica de Natalia Oreiro- caen en estereotipos vacíos, mientras que los protagonistas muestran una sola cara en toda la película: la de la desesperación.