Los últimos románticos

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

El punto de partida de esta coproducción uruguayo-argentina es prototípico: un par de perdedores que se encuentran con un botín inesperado y se meten en problemas. El Perro (Juan Minujín) y el Gordo (Néstor Guzzini), los protagonistas de esta historia, que se desarrolla en un apacible pueblo costero, también fantasean con escribir un guion para una película del estilo de Sin lugar para los débiles, una referencia que no aparece por casualidad: técnicamente impecable, Los últimos románticos intenta trabajar con el humor mordaz, los toques de cinismo y el suspenso atrapante que suelen tener las mejores películas de los Coen. En ese plan, consigue algunos buenos momentos y también trastabilla en otros mucho más convencionales.