Los últimos días de Emma Blank

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

Compañía de farsantes

Entre las preferencias del cineasta, guionista, actor y músico holandés Alex van Warmerdam se encuentran los retratos de historias familiares turbulentas, como señaló al hacer Grimm (2003), film inspirado en los hermanos alemanes Jacob y Wilhem Grimm. Bajo esa premisa, encarna su nuevo film, producido por su hermano, al que agrega su habitual dosis de humor negro.

¿Quién es Emma Blank? En el seno de una familia de buena posición, Emma (Marlies Heder) siente que está desvastada por dentro y que pronto morirá. En vistas a dicha situación, su familia, por codiciar la herencia, se transforman en una suerte de fieles sirvientes; atienden sus caprichos y soportan el cinismo de una tirana.

Van Warmerdan, además de componer la música, actúa personificando al tío Theo, la mascota de la casa. Todo el film es la puesta en escena de una farsa. Por que de alguna manera, la familia, como institución, también lo es (exceptuando la mía ja!), o por lo menos es la mirada del autor. En esa teatralidad, que comenzó siendo una obra de teatro escrita por Van Warmerdan para luego transformarse en un guión cinematográfico, se juegan roles extremos y determinantes interpretados por la cía. de farsantes: El hermano de Emma, Theo, hace de perro de la casa, su hermana (la esposa del director) de cocinera y amante de su marido, que es el amo de llaves, su sobrino, poco iluminado, es el jardinero y su hija, quien ejerce el rol de sirvienta acosada por su primo. A lo largo de la historia, lo que está en juego es la avaricia, la codicia y el egoísmo de cada uno de ellos.

Según su director, “Los últimos días de Emma Blank, es un historia horrorosa”. Y no creo que se aleje demasiado, en cuanto al registro que logra de cada uno de los personajes en su desmesurada e ilimitada ambición. Un retrato, que recuerdan a una obra memorable y única como Avaricia o codicia (Greed-1924) de Erich Von Stroheim. Con pinceladas de humor hasta por momentos surrealistas, el relato alcanza cierto alivio. La gran cuota de miserias y bajezas logran generar una atmósfera violenta que siempre parece al borde del estallido.

Multifacético, polémico y desmesurado Van Warmerdan hizo de la farsa, un reto.