Los tres mosqueteros

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

"Los tres mosqueteros: D’Artagnan", la amistad a prueba de sables

La propuesta de Martin Bourboulon intenta revitalizar la famosísima historia de espadachines volviendo en parte a las fuentes y erradicando los elementos más “aptos para todo público” de otras versiones edulcoradas.

Intentar aquí un repaso de las innumerables adaptaciones fílmicas de la novela de Alexandre Dumas, de Hollywood a su Francia natal, de las versiones más o menos fieles al libro a las parodias y cruzas con otros géneros, acapararía la totalidad del espacio disponible. Este nuevo acercamiento del francés Martin Bourboulon llega con la marca de la superproducción marcada a fuego en la frente, con un notable reparto de figuras galas en los papeles centrales y un formato narrativo inexorablemente parcial: la historia se completará a finales de este año con el estreno de Los tres mosqueteros: Milady. Primera parte de un díptico, entonces, Los tres mosqueteros: D’Artagnan recorre el comienzo de las aventuras heroicas, cuando el joven gascón del título, interpretado por François Civil, llega a París armado de coraje y el deseo de convertirse en un espadachín al servicio del rey Luis XIII (Louis Garrel). Del breve prólogo al triple duelo imaginado por Dumas, rápidamente reconvertido en el comienzo de una amistad a prueba de sables.

Mientras dos de los mosqueteros, Porthos y Aramis, ayudados por el joven discípulo, comienzan a investigar un extraño y brutal asesinato que pone en riesgo la vida de Athos, encarnado con algo de picardía por Vincent Cassel, la reina Ana de Austria (siguen los grandes nombres: Vicky Krieps) cae en las maquinaciones del cardenal Richelieu y su adlátere Milady de Winter (Eva Green). Un plan desestabilizador que incluye la presencia secreta del Duque de Buckingham y que podría poner en riesgo el mismísimo reinado. Así, cruzando los tejes y manejes del cine de intrigas palaciegas, la acción coreográfica a pura capa y espada y un poquito de romance, Los tres mosqueteros cosecha 2023 intenta revitalizar el clásico de la literatura volviendo en parte a las fuentes y erradicando los elementos más “aptos para todo público” de otras versiones edulcoradas.

Atractiva y noble en varios sentidos, la nueva versión contrasta con el pastiche de Paul W. S. Anderson estrenado en 2011, con esos barcos voladores, sobreabundancia de efectos digitales y luchas propias del cine de artes marciales. Bourboulon sostiene el ritmo durante dos horas sin apelar a montajes frenéticos, operaciones anacrónicas ni guiños innecesarios, y hay algo ligeramente clásico en la manera en la cual se despliegan las diversas líneas paralelas de la narración. El viaje a través del Canal de la Mancha y la recuperación de un objeto indispensable para mantener la paz social, el enfrentamiento con la bella villana y el rescate de último minuto que involucra un vistoso collar disponen los elementos para un falso cierre: los últimos planos de D’Artagnan regresan al viejo truco de los seriales de antaño y, con un “continuará” gigante en pantalla, reconstruye el concepto de cliffhanger. Hasta la próxima entrega.