Los tres chiflados

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

Dividido en tres episodios, la versión 2012 de “Los Tres Chiflados” no es un completo desastre, como cabría esperar de semejante intento por recrear en cine uno de los grandes clásicos de la comedia televisiva. Conocemos a Moe, Larry y Curly cuando son abandonados en la puerta de un orfanato y desde allí, con infructuosos intentos de lograr ser adoptados por parejas deseosas de hijos, hasta su adultez, nada parece haber cambiado en el coeficiente intelectual de este trío. Cuando la seguridad del orfelinato sea puesta en riesgo por las torpezas que cometieron a lo largo de los años, Moe, Larry y Curly deciden salir al mundo real para conseguir los ochocientos mil dólares necesarios para salvar su hogar. Intento de homicidio y reality show de por medio, el futuro de decenas de niños está en manos de las tres personas incorrectas.

El humor sano sin dobles sentidos y la ausencia de gagas escatológicos, son un intento por trasladar las cualidades principales de la serie al cine, pero esto no es suficiente como para convertirla en una buena película. Las actuaciones y caracterizaciones de las versiones infantiles de los protagonistas son demasiado exageradas, y ni siquiera la genial Jane Lynch (quien como la madre superiora muestra su lado tierno y compasivo) y Larry David (interpretando a una masculina monja que odia toda referencia a “La novicia rebelde”) alcanzan para hacernos olvidar de este detalle.