Los sonámbulos

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Bajo la frase “todo queda en familia” se pueden encerrar las mayores atrocidades. Eso se desprende de “Los sonámbulos”, el logrado filme de Paula Hernández que interpela a una familia porteña de buen nivel social, cuyos referentes son socios de una editorial y todos confluyen en una casa de campo para pasar unos días en vísperas de fin de año. Hay charlas tribiales mezcladas con dramas personales, de pareja, pujas entre hermanos, temas laborales y diálogos intimistas. El clima de la película remite a “La ciénaga”, de Lucrecia Martel, pero hay un hecho dramático que acciona de punto de quiebre a partir del vínculo de un joven de la onda “vale todo” y su prima adolescente (la bella Ornela D´Elia, gran promesa como actriz). La directora pone la cámara en la madre de esa joven (enorme rol de Erica Rivas), y la sigue en su relación con su marido (Ziembrowski) y en las dificultades de crianza de su hija. La película genera tanta empatía como rabia y es el cruel reflejo de las familias de clase media alta que tienen por hábito esconder la basura debajo de la alfombra.