Los santos de la mafia

Crítica de Camila López Parafita - Chapeau Argentina

Hay quienes aseguran que Los Soprano (disponible en HBO Max) marcó un antes y un después en el desarrollo de las series de televisión y que, por ese motivo, es la mejor de la historia. Estrenada en 1999, la producción de David Chase se emitió hasta mediados de 2007, momento en el que sus fanáticos comenzaron a ilusionarse con un regreso en un futuro no muy lejano. Pero en 2013, el fallecimiento de James Gandolfini -intérprete que le dio vida al reconocido Tony Soprano- se llevó consigo la esperanza de una nueva temporada.

Al parecer la historia de esta mafia tiene mucho por contar aún, por lo que de la mano de Michael Gandolfini, hijo del difunto actor, una precuela llegará a los cines este jueves: Los Santos de la Mafia. Escrita por David Chase y Lawrence Konner, y dirigida por Alan Taylor, la cinta también estrenará en las próximas semanas en el servicio por suscripción de HBO.

El largometraje, que funciona como una precuela de la inolvidable ficción, tiene como protagonista a Alessandro Nivola, quien se pone en la piel de Richard “Dickie” Moltisanti, tío de un Tony adolescente. Esta vez, la trama está ambientada en la Nueva Jersey de los años 60 y 70, donde un nuevo elenco interpreta las versiones más jóvenes de los personajes ya conocidos. El reparto se completa con Ray Liotta, Vera Farmiga, Leslie Odom Jr., Jon Bernthal, Corey Stoll, Billy Magnussen, Michela De Rossi, John Magaro y Samson Moeakiola.

Aunque Gandolfini desarrolla un gran trabajo a la hora de retomar el papel de su padre, lo cierto es que esta película tiene como objetivo mostrar quién fue la inspiración de Tony Soprano, rol que durante seis temporadas estuvo lleno de conflictos personales y profesionales. En esta oportunidad, es Dickie el líder que -por su perverso trabajo- lleva a escenas cargadas de violencia, racismo y humor negro. Los Santos de la Mafia es una experiencia que vale la pena disfrutar en salas y una oportunidad para los seguidores de Los Soprano de reencontrarse con los personajes tan sólidos y hasta caricaturescos ya distinguidos.