Los reyes

Crítica de Laura Pacheco Mora - EscribiendoCine

Más que oportuno este documental/película, que se estrena en VOD en estos tiempos tan bruscos y desmotivadores. Es emocionante conocer el submundo de Santiago de Chile a través de la mirada de Fútbol y Chola, una pareja de perros, que nos enseñarán a comunicarnos sanamente, sin palabras, con el fin de detener una inútil guerra entre nosotros.
Los reyes (2018), el contraste de los relatos de skaters que confluyen con la mirada más pura y natural, la de los perros. Esta espontánea manera de conocer los claroscuros de una ciudad furiosa que no descansa, nos brinda la oportunidad de explorarla de otra manera. Vidas de personas que se expresan y descargan a través de palabras y de perros que comprenden lo sustancial de estos diálogos y simplemente los observan, saben que es su lugar en el mundo. Ambos se necesitan y acompañan. Marginales, incomprendidos, ignorados, callejeros, sufridos, excluidos, sinceros... pero siempre que tengan una pelota, una botella de plástico, una roca, latas, cajas de cigarrillos, o un skate... tendrán suficientes motivos para que el juego continúe.
Los reyes (2019), dirigida por Bettina Perut e Iván Osnovikoff sigue a Fútbol y Chola, una pareja de perros callejeros que viven en un skate park de Santiago, retratando tanto sus vidas como el contexto que los rodea. Los skaters que avanzan sus días allí, permiten vislumbrar, debido a sus diálogos entre amigos, las realidades a las que someten a diario y parecieran conocer la dirección que van a tomar sus vidas, -a modo de manual-, en el que elegir, no es una opción. Dando la sensación de ahogo o fobia en donde la única salida sería escaparse. Soñar, proyectar, estudiar, trabajar, pensar, opinar, es una molestia para los que toman decisiones por ellos. Sin embargo, la permanente presencia de la inocencia de estos perros le dan el aliento y la esperanza para continuar, ya que se avecinan mejores tiempos.
Bettina Perut e Iván Osnovikoff nos regalan en este documental, una tierna historia de amor, de empatía entre los animales y los seres humanos. Utilizaron planos generales de la ciudad para situarnos, planos detalle para conectarnos con los perros y su perfecta fisonomía, y primeros planos que impactan, sobre todo, las miradas fijas de los perros a nosotros, que tan necesarias son. Las mismas funcionan como un espejo instantáneo hacia nuestro interior, hacia nuestra alma. Imágenes tan esperadas en estos tiempos convulsionados y violentos. Contrastan de manera tajante con la desigualdad, agresividad e impotencia en la que estamos sumergidas las personas. Paz es la palabra que transmite esta película y no creo equivocarme al afirmar que somos todos los que estamos en esa búsqueda, la cual, es universal, no sólo regional. El documental fluye de manera natural, en otro acierto de los realizadores, ya que nos identificamos con todos sus actores y empatizamos con ellos. Agradecemos este sensible trabajo y poder sentirnos por un rato, testigos de ese universo tan maravilloso.
“La muerte siempre duele y es injusta, sin embargo, debería ser por causas naturales" Que suceda cualquier cosa, menos que lastimen a los perros ni a los skaters, porque ese es su lugar en el mundo, Los reyes son los protectores y los skaters sienten un hogar. Ambos son apartados, víctimas y con un destino trazado desde que nacieron. Esa comunión mágica motiva a personas que pueden comprar cosas, pero jamás amor. Esa es una de las enormes lecciones y mensajes de Los reyes.
En un mundo capitalista, las personas somos más proclives a sentir depresión, soledad y vivir confundidos, aunque pensamos que completamos esos vacíos consumiendo lo que sea, los perros nos traen de nuevo al camino correcto cuando perdimos el eje, y nos recuerdan que la vida es un regalo y no debemos perder el tiempo, sólo sentir amor. Existen ciertos sectores que elige mirar para otro lado, están "ocupados" con temas más importantes. El honesto llanto, impotencia y tristeza en sus miradas, funcionan como espejo de lo que en verdad sentimos todos los que pasamos por esa plaza y no advertimos su presencia; por otro lado, el alma de los diálogos de los adolescentes, representan la cruel realidad de la mayoría de las familias.