Los Pitufos

Crítica de Juan Carlos Di Lullo - La Gaceta

Enanitos azules en la Gran Manzana

Ya se había intentado llevar a Los Pitufos al cine, sin demasiada trascendencia ("Los pitufos y la flauta mágica"); el éxito de los pequeños seres azules en la televisión de los años 80 exigía una nueva incursión por la pantalla grande. Los ejecutivos de Sony entendieron que con las nuevas técnicas de animación y el abanico de posibilidades visuales que abre la realización en 3D, había motivos sólidos como para reflotar a los personajes lanzados a fines de los años 50 en las historietas del belga Peyo y popularizados dos décadas más tarde por la serie televisiva que produjeron Hanna y Barbera.
La tarea fue encomendada a Raja Gosnell, un realizador familiarizado con la técnica de integrar personajes digitales con actores de carne y hueso que ya había logrado buenos resultados en Scooby Doo (2002, 2004). En esta película, Gosnell logra un destacable nivel técnico, pero no logra redondear un producto sobresaliente. Una de las debilidades más notables del filme está en el guión; las situaciones carecen de originalidad, y la interacción de los siempre simpáticos personajes con los seres humanos resulta demasiado previsible y rutinaria. A pesar de la buena actuación de Neil Patrick Harris (conocido por los televidentes a través de "How I met your mother"), la narración nunca levanta vuelo y se convierte en una serie de escenas de persecución entre los Pitufos y el malvado Gargamel (encarnado por un excesivo Hank Azaria?) y el gato Azrael (quizá el personaje en el que las técnicas digitales logran los efectos más sorprendentes); el mensaje final en apoyo de los valores tradicionales como el amor, la defensa de las convicciones y el apoyo a los más débiles no revierte esa sensación.
Está claro que la película está pensada para los más chicos; pero en estos tiempos en los que una incursión por internet permite recordar la vieja serie de televisión, la idea de mostrarlos en la pantalla grande y con toda la tecnología merecía un respaldo argumental más sólido.