Los papeles de Aspern

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Los papeles de Aspern es la ópera prima de Julien Landais, basada en la novela corta escrita por Henry James, y protagonizada por Jonathan Rhys Meyers, Vanessa Redgrave y Joely Richardson.
Meyers interpreta a Morton Vint, un investigador literario y biógrafo que está obsesionado con el misterioso escritor Jeffrey Aspern. Él cree que en la antigua casa de los Bordereau podrá encontrar cartas o documentos que le ofrezcan mayor información de la vida de este hombre. Al principio, le escribe a la anciana Juliana Bordereau (Vanessa Redgrave) pero no obtiene respuesta. Entonces se hace pasar por huésped cambiando su nombre y engañando a Juliana y a su sobrina Miss Tina (Joely Richardson). Pero a medida que pasa el tiempo no logra avanzar en la obtención de información sobre Aspern o saber si las cartas realmente existen.

La historia escrita por Henry James ha sido adaptada innumerables veces, tanto en el cine como en la televisión, pero, como en todo trabajo literario, las adaptaciones pueden sufrir algunos cambios y llevar al rechazo de aquellos conocedores del material original. Julien Landais hace el trabajo correcto y apoya el peso de su relato en las actuaciones de sus protagonistas. Redgrave con más de ochenta años suma la astucia en sus expresiones a un personaje que no aparece en todo el film pero que cuando lo hace deja sin palabras al mismo narrador Meyers.

Los diálogos de Rhys Meyers se sienten un poco forzados, artificiales o de alguna manera teatralizados y, en ciertos momentos, fuera de lugar con el tono del film.

La historia se enfoca en Morton, mientras cae aún más en esta espiral de fanatismo por lo desconocido, y en Tina que aprende de su tía y sale de su caparazón para descubrir el mundo. Hay dos mundos que chocan en la historia: el pasado como algo intangible y misterioso y el presente que se siente vacío a la vista del escritor.

Finalmente, para ser un film de época no hay un gran trabajo en la ambientación o en los vestuarios y los mismos pasan desapercibidos.