Los padecientes

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

Basada en una exitosa novela del psicoanalista Gabriel Rolón, que también se encargó de la adaptación y el casting, este tercer largometraje de Nicolás Tuozzo -hijo de Leonor Benedetto- es un ambicioso drama familiar y otro film argentino que, detrás de El hilo rojo, vuelve a sacar partido promocional de la reunión entre China Suárez y su pareja, Benjamín Vicuña, aunque esta vez se quedarán con las ganas los que esperen desnudos y sensualidad. Él lleva anteojos y cuaderno porque es Rouviot, un analista que recibe la visita de bella Paula Vanussi -Suárez- con un pedido curioso: que sea testigo de parte para "proteger al asesino de mi padre", declarando la inimputabilidad de su hermano esquizoide (Nicolás Francella). Intrigado y seducido por los encantos de la joven, el tipo decide investigar el asunto en plan detectivesco, lo que lo irá llevando a una serie de encuentros con los otros integrantes de la familia, el hermano y la hermana menor (Ángela Torres), una adolescente callada que toca el violín. Además, Rouviot cuenta con un grupo de amigos que lo acompañan y que son de lo más folclóricos, como el Gitano (Pablo Rago), ex abogado que canta flamenco, o algo similar, y es canchero y gracioso. Además hay otros personajes que aprecen y desaparecen pero que, en honor a la trama, podrían ni haber estado, como la secretaria de la clínica que interpreta la bella Justina Bustos.

El asunto de la familia Vanussi se va revelando cada vez más oscuro, según el psicólogo va -por gracia de su agudo encanto y capacidad para escuchar- revelando capas de información sobre el perverso y malísimo padre de familia (Luis Machín). No conviene revelar de qué perversiones hablamos, pero el lector, como el espectador, seguro adivina o imagina bien: Los padecientes es un verdadero catálogo que no deja patología, neurosis, histeria y trauma sin exponer. Y padece las heridas causadas por una artillería de clichés de ambos géneros -la tragedia familiar y el drama psi-, atravesando algunas secuencias absurdas, guiños torpes -a Hitchcock, a Kubrick- tomas caprichosas y resoluciones tiradas de los pelos. La narración se traba desde el inicio, además, por sus parlamentos declamatorios y unos diálogos tan estancados en la letra escrita que no hay actor capaz de hacerlos creíbles. Un ambicioso, pero fallido, thriller psicológico made in Argentina.