Los padecientes

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Psiquis y sangre.

Nicolás Tuozzo se perfila como un director de énfasis ecléctico. A su ópera prima Próxima Salida, suerte de emblema del cine de denuncia social de principio de siglo, le siguió la experimental Horizontal/Vertical; y ahora, ocho años después, se atreve al cine de género desde la superproducción con Los Padecientes, un film bien diferente a sus anteriores trabajos.

¿Film por encargo? No sabemos. Los Padecientes pareciera tener más la impronta de su creador en las tintas novelescas, el psicoanalista Gabriel Rolón, famoso además de escritor por ser durante años el co-equiper de Alejandro Dolina en su clásico radial de medianoche.

En efecto, tal como lo hacía Tesis sobre un homicidio con el derecho, Los Padecientes plantea un homicidio y un “encargado” de resolverlo que no pertenece al ámbito policial detectivesco, sino al del psicoanálisis. Pero esa no es la única similitud con el film de Hernán Goldfrid.

Benjamín Vicuña es Pablo Rouviot, un reconocido psicoanalista, con varios libros escritos y fama popular, que perfectamente podría ser un alter ego del propio Rolón, aunque el personaje de ficción pareciera ser más académico.

Por recomendación de su amigo y también psicoanalista José “El Gitano” Heredia (Pablo Rago), es visitado por Paula Vanussi (Eugenia “La China” Suarez), hija de Roberto Vanussi (Luís Machín), un hombre tan acaudalado como poderoso que recientemente fue asesinado.

Paula no necesita de Pablo sesiones de terapia, lo necesita para que visite a su hermano Javier (Nicolás Francella), acusado de ser el asesino de su padre, actualmente internado en una clínica psiquiátrica en un coma inducido, y firme su dictamen de inimputabilidad.

Si ya de por sí el pedido es extraño, cuando Pablo investigue la historia de los Vanussi, visite a la hermana menor de trece años Camila (Ángela Torres) y descubra qué había detrás de Roberto, sospechará que Javier puede no ser el asesino. Todo se complicará aún más cuando comience a recibir amenazas para abandonar la investigación.

Pablo Rouvier podría ser aquel Roberto Bermúdez que interpretó Ricardo Darín, ese hombre que se ve obligado por las circunstancias a cumplir un rol de detective que no es el suyo, y para ello utiliza sus dotes de eximio profesional, allá derecho, acá las ciencias de Lacan. También comparten el tener un director que no viene del mundo típico del cine de suspenso, la sospecha de que hay algo engañoso, y una elegancia –y cierta frialdad– en la puesta en escena. Pero hay otro film del cual Los Padecientes es aún más deudor, Testigo Silencioso de Bruce Beresford. Pero mejor será que eso lo descubran ustedes mismos viendo la película, aunque advertimos las similitudes abundan.

Los Padecientes respeta la fórmula, no intenta innovar en el género y se limita a algunas escenas cargadas de tímida osadía sexual para apartarse del suspenso más “light”. También se anima a plantear un tema de constante actualidad, que puede servir para reabrir el debate de consciencias, aunque es cierto que el cine argentino no es la primera vez que habla de ello, y hasta se animó a hacerlo de modo más crudo y franco.

La fórmula que aplica Los Padecientes más de una vez trastabilla. En su primera mitad hay algunas situaciones mal resueltas, inverosímiles, o demasiado anticipadas, hasta si uno es cruel puede ser inducido a la risa involuntaria; todo ello no hace más que apartarnos del clima. Luego, en su segunda mitad, cuando se adentre bien en el suspenso clásico, la propuesta se encarrilará y alcanzará el tono justo aunque en la resolución persistan detalles sin demasiada lógica.

Por otro lado, hay en todo momento alguna dificultad en el traslado al mundo cinematográfico. Se sabe, las novelas y el cine no son el mismo lenguaje, y aquí más de una vez se recae en explicaciones, frases, y remarcados que en un escrito quedan bien, pero en el cine, con las imágenes y los personajes cobrando vida, suenan a reiterativo y superficial.

Similar sucede con el ambiente psicoanalítico que a veces alcanza momentos didácticos como si los personajes le hablasen al espectador y no entre ellos. Si los que están hablando entre sí pertenecen al mundo psiquiátrico ¿para qué se repiten teorías, postulados, y prescripciones médicas que se supone ambos ya conocen? Otra vez, en el recurso literario puede quedar bien, en el cine suena extraño.

A nivel interpretativo el film funciona entre un Benjamín Vicuña correcto sin más, Eugenia Suarez algo limitada en sus dotes interpretativas; pero mejora en los roles secundarios con Nicolás Francella apartándose lo suficiente de lo que comúnmente le vemos hacer (como ya lo demostró en la reciente Maracaibo), muy logradas composiciones de Luís Mchín (capaz de remontar cualquier barrilete) y sobre todo de Ángela Torres que alcanzará picos dramáticos muy fuertes. Pablo Rago en un rol más relajado es otro apunte de lo mejor del film.

Conclusión:
Con tropiezos narrativos parciales, una apuesta visual muy correcta y dinámica, e interpretaciones variadas y algunas muy logradas, Los Padecientes es un film de resultado aceptable, que se anima al cine de género desde la alta producción y no teme a exponer una temática dura con sexualidad parcial. Para aquellos que busquen un buen entretenimiento sin más, cumple sin que le sobre demasiado.