Los olvidados

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

En noviembre de 1985 cedió el terraplén que separaba al lago Epecuén del pueblo al que daba su nombre: así, quedó totalmente inundado el que durante sesenta años había sido un próspero balneario conocido por las propiedades curativas de su agua salada. En 2005 el agua empezó a bajar y, al retirarse, dejó al descubierto las ruinas de Epecuén, un paisaje posapocalíptico ideal para filmar una película de ciencia ficción o de terror.

Y esto último es lo que hicieron los hermanos Luciano y Nicolás Onetti. Después de incursionar en el giallo con Sonno Profondo (2013) y Francesca (2015), incursionan en el slasher, el subgénero que nació al calor de la influencia del terror italiano. La inspiración más evidente de Los olvidados es esa piedra fundacional llamada La masacre de Texas (1974): aquí también hay una familia de maníacos asesinos que ataca, sin mayor justificativo, a un grupo de jóvenes (que viajó hasta Epecuén con el objetivo de rodar un documental).

El lugar es tan fascinante como estremecedor: los vestigios de un pueblo fantasma, en el que hasta el cementerio quedó sumergido, de modo que -tal como cuenta uno de los personajes- los pobladores tuvieron que contratar a buzos para recuperar los cuerpos de sus muertos. En esa escenografía natural radica lo mejor de la película: las escenas en exteriores -incluidas tomas aéreas con drones- aprovechan ese marco, que parece haber emergido para ser filmado.

Pero esa es casi la única característica distintiva, la única marca de identidad propia de Los olvidados. El resto respeta tan a rajatabla al género y a su título más emblemático, que se limita a ser una reproducción de situaciones ya vistas infinidad de veces. No alcanza con meter un par de tangos, unas empanadas o unas fotos de Malvinas para darle sabor local.

La historia, como suele suceder en estos casos, es casi inexistente: la mayor parte se limita a sadismo, sangre, pornografía de la tortura. Con una realización digna: sí, estas películas también se pueden hacer en la Argentina. La pregunta es para qué.