Los ojos de Julia

Crítica de Rocío González - Leedor.com

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Los ojos de Julia tiene la promesa de ser una producción de Guillermo del Toro, aquel que nos estremeciera con sus películas de género fantástico/terror como El espinazo del Diablo (2001) y El orfanato (2007). De esta última también heredamos la actuación de Belén Rueda en el doble rol de Julia y Sara. Y si de herencias hablamos, hay que decir que el film de Guillem Morales tiene no pocos puntos de contacto con Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960).

Julia llega a la casa de su gemela Sara guiada por un presentimiento y acompañada por su esposo Isaac. Allí, se encuentra con que Sara se ha quitado la vida (aunque nosotros como espectadores sabemos que esto no es así) y convencida de que esto fue un asesinato, comienza una pesquisa para descubrir la identidad del supuesto novio de su hermana.

La historia es bastante simplona, aunque habrá unos giros pensados para complicar la trama, pero en líneas generales tiene la estructura de un policial: hay que descubrir la identidad del asesino antes de que mate a la protagonista. Lo interesante es el juego con los puntos de vista, ligada por un lado a la temática del film – las hermanas padecen una enfermedad degenerativa y que las deja ciegas- y por el otro a asociar los saberes del espectador con los de Julia.

Hay un solo momento donde sabemos más y es el comienzo del film: alguien mató a Sara, y entonces donde Julia tiene sospechas y los demás personajes escepticismo, nosotros tenemos certezas. Pero luego esta ventaja desaparece y, al mejor estilo hitchcockiano, se homologan los puntos de vista y saberes de Julia a los nuestros. Como una suerte de Casandra, Julia denuncia que hay un asesino tratando de ocultar sus huellas pero nadie le cree.

El film mantiene al espectador en su butaca hasta el final, lo cual es lo mínimo indispensable en esta clase de género, pero es poco original en su resolución. Por otro lado, hay un afán de explicarlo absolutamente todo, de no dejar cabos sueltos, de que cada personaje aparecido en pantalla tenga algo que ver en la trama, lo cual hace que el guion se complique innecesariamente. Los mejores momentos son aquellos donde se juega con lo ominoso, como la escena en el sótano entre Julia y Créspulo, donde éste le habla de las personas sombra.

Sin la genialidad de Del Toro, pero con algunos aciertos propios de sus films, Los ojos de Julia, valga el juego de palabras, se deja ver.