Los miserables

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Del teatro al cine, sólo para adeptos al musical

Los Miserables recibió ocho nominaciones en la 85º ceremonia de los premios Oscar de la Academia de Hollywood, incluyendo mejor película y mejor actor para Jackman. Ganó, no obstante, en los rubros mezcla de sonido, maquillaje y actriz de reparto para Anne Hathaway.
Durante la temporada de premios precedente ya había obtenido el Globo de Oro a la mejor película; mejor actor para Hugh Jackman, y mejor actriz de reparto para Hathaway; además de cuatro premios BAFTA, incluyendo mejor actriz de reparto también para Hathaway.
Con críticas a favor, la mayoría, y relativas, algunas otras, la cinta es un musical basado en la versión teatral de Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg inspirada en la novela Los Miserables (1862) de Victor Hugo.
Su concreción fue un largo proyecto que comenzó a finales de los años '80, aunque tras un largo descanso, se empezó a concretar recién en 2010 para estrenarse en el mundo desde diciembre del año pasado.
El resultado amerita el esfuerzo, con un elenco coral que destaca por sus interpretaciones actorales y vocales; una composición de época preciosista y un lujo de escenarios que paneó locaciones de Inglaterra y Francia para recomponer a la Paris del siglo XIX.
Los Miserables es un clásico. Pero para quienes no conocen su trama, transcurre en 17 años, en el contexto histórico que precede a la Revolución Francesa. Los pobres y las pestes hacen extragos en las calles mientras los nobles y el rey hacen oídos sordos a las protestas de las multitudes hambreadas.
El relato se centra en la figura de Jean Valjean (Jackman), un ex convicto prófugo, que llega a convertirse con nueva identidad en el alcalde de una aldea en Francia.
No obstante su fortuna, es descubierto por el rígido inspector de policía Javert (Crowe), quien dice representar con su figura a la ley.
Valjean pide una tregua viajar y hacerse cargo del cuidado de Cosette, la hija ilegítima de la agonizante Fantine, una empleada de su fábrica que fue despedida injustamente. Pero lejos de cumplir con su palabra, Valjean sigue escapando y se refugia durante ocho años entre los muros de un convento.
El cuento da un giro cuando Cosette (Seyfried), ya convertida en una atractiva muchacha, se enamora de un líder revolucionario y se expone, poniendo en riesgo la seguridad de su padre adoptivo.
Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que fueron bandera de la Revolución Francesa son los que también sostienen el argumento de Los Miserables y una acabada composición de caracteres antagónicos aunque similares en varios sentidos, como son los de Valjean y Javert, contribuye a humanizar el relato, sin polarizaciones.
Elementos a favor de esta superproducción, nobleza obliga a advertir, que la duración se hace compleja de sobrellevar, en especial, porque la totalidad de los diálogos son, en honor al género, cantados. Se diría que es una película realizada casi en exclusiva para cinéfilos que gusten de los musicales.