Los miserables

Crítica de Juan Campos - Loco x el Cine

Tom Hooper se arriesga adaptando uno de los musicales más famosos de la historia y el resultado es, mayormente, bueno.

Hagamos un poco de historia en dos partes. La primera se remonta a 1862, cuando el autor francés Victor Hugo publicó una de las obras más significativas de la literatura del siglo XIX: Los Miserables. En ella criticó activamente la política de su país de comienzos de siglo utilizando a Jean Valjean y a Fantine como las víctimas de un sistema político y judicial extremo y al oficial Javert como la mano armada de ese sistema. Esta novela fue inspirada por Eugène-François Vidocq, un criminal que logró redimirse y, finalmente, fundó la Policía Nacional Francesa. En el contexto de Los Miserables, el hito histórico que resalta es la rebelión de junio de 1830, con los ficticios Enjolras y Marius como protagonistas máximos, representando a la juventud estudiantil de la época.

Más de un siglo después, en 1980, se estrena en Francia Los Miserables en versión musical, una obra que adapta libremente el trabajo de Victor Hugo escrita por Alain Boublil y Jean-Marc Natel y con música de Claude-Michel Schönberg. Este musical, más cercano a la ópera que a lo que conocemos en el género, casi no tiene actuación. Los actores se paran frente al micrófono y dialogan cantando. En 1985 la obra se estrenó en el West End Londinense y se convirtió en un hito que, al día de hoy, lleva más de 10 mil funciones y diversos elencos. También, claro, se mudó a Brodway, en donde se convirtió en el musical con más tiempo en cartel, seguido por El Fantásma de la Ópera.

Ahora, 32 años después de su creación, el cineasta Tom Hooper, un tipo sin demasiada experiencia que se ganó todas sus credenciales con El Discurso del Rey, llevó esta historia en formato musical al cine, y el resultado es, mayormente, bueno; pero más que nada porque trabaja con personajes e historias que ya eran buenas desde antes que él las toque. Hooper no es un excelente director y, si tengo que opinar, siento que con El Discurso del Rey todos vieron algo que yo no logré ver, porque no me parece algo más que una película del montón. Su dirección es muy clásica y correcta, y no deja lugar a los riesgos. Esto, por suerte, no se ve tanto en Los Miserables, en donde (cuando no está enfocando en primerísimo plano a los protagonistas) las cámaras muchas veces tienen una agilidad digna de película de acción. Las tomas largas son una constante, y el hecho de haber grabado las canciones en vivo durante el rodaje le da a la película cierto dejo de realidad que no es común en un musical. Esto, claro, lleva a desatinos melódicos, desafinaciones y hasta sofocadas, pero todo eso increíblemente suma. Ahora, y como ya mencioné, es inentendible el fetiche por el primer plano, y el uso y abuso del recurso que muchas veces impregna a esta obra revolucionaria e incorrecta (para la época en que fue escrita, claro) de un manto de solemnidad que solo tiene que ver con el mensaje general hacia el final de la película. En el resto del tiempo, solo irrita.

La adaptación es casi perfecta. Salvo algunos cambios en las letras, y algún agregado mínimo, se transcribió casi por completo el musical en este formato. Y, es más, los cambios fueron correctos, ya que agregaron fragmentos explicativos y quitaron elementos que no eran tan necesarios para la descripción.

Pero la polémica más grande que envuelve a la película son las actuaciones. Por un lado está Anne Hathaway, una mujer que ganó 11 trofeos por su breve interpretación de Fantine, que honestamente solo tiene un pico de excelencia, que es cuando interpreta la ya clásica I Dreamed A Dream. En el resto del tiempo, su personaje dice poco y nada, y las multinominaciones y premios suenan exagerados; más aún cuando comparte cartel con dos actrices de reparto de excelencia como Helena Bonham Carter (que toma el lugar de la vil Madame Thénardier) y Samantha Barks (interpretando al personaje que la hizo famosa también en el teatro, la sufrida Éponine). Ambas tienen más cartas para jugar en una entrega de premios, y ambas cayeron rotundamente ante Hathaway. En cuanto a las estrellas masculinas, la polémica también es mucha: ¿Cantan bien Hugh Jackman y Russell Crowe? La respuesta no es una sola. Jackman tiene una amplia experiencia en el teatro musical (y hasta ganó un Tony), mientras que Crowe, con menos experiencia, intenta pero no llega. De todas formas, el Javert de Crowe es uno de los personajes más interesantes de la película, y el hecho de que no cante tan bien como los demás, increíblemente, le da cierto color. Otros hombres que se destacan, y a veces por sobre los protagonistas son Sacha Baron Cohen (como el miserable Thénardier), Aaron Tveit (que interpreta al líder de la revolución, Enjolras) y Eddie Redmayne (en la piel del enamorado Marius). Los demás hacen un buen trabajo, digno y a la altura, y aunque tal vez Amanda Seyfried haya sido una elección erronea, si vemos cómo fue imaginado el personaje original de Cosette, la desición no es tan terrible.

Los Miserables no es una película perfecta, pero si es la forma más perfecta, hasta el momento, de llevar una obra de esta magnitud a la pantalla grande. Su reconocimiento en la prensa extranjera tal vez fue exagerado, y posiblemente sea una película sobrevaluada en muchos elementos, pero al fin y al cabo es una película que dura casi 3 horas y que dificilmente cae, un logro del que no muchos pueden presumir.

@JuanCampos85