Los Marziano

Crítica de Silvina Herrera - Nuestros actores

Secretos familiares

La tercera película de Ana Katz, Los Marziano, muestra a Arturo Puig y a Guillermo Francella en personajes muy atípicos.

Los Marziano es una rareza dentro del cine argentino, a pesar de su cartel de estrellas o tal vez justamente por eso. Es un gran placer como espectadores tener la oportunidad de poder ver a Arturo Puig y a Guillermo Francella, actores tan reconocidos, tan queribles para el gran público, nuestros actores; no sólo interpretando personajes atípicos, sino también dentro de una película que por su trama, guión, ritmo y estética escapa al cine argentino convencional.

El tercer largometraje de Ana Katz cuenta las historias cruzadas de tres hermanos que tienen vidas distintas pero paralelas. Luis (Puig) es un hombre malhumorado que vive en un country con su mujer Nena (Mercedes Morán) y no tiene necesidades económicas, su única preocupación es descubrir quién está haciendo pozos en la tierra en los que muchos vecinos y él mismo terminan cayendo. Juan (Francella) es un cincuentón perdedor, que vive en Misiones sin trabajo y que viaja a Buenos Aires para hacerse análisis porque de un día para otro perdió la capacidad de leer. En el medio está Delfina (Rita Cortese) la hermana que lleva a Juan a los médicos y se hace pasar por su mujer. Luis y Juan no hablan hace tiempo y la visita a la ciudad parece ser un buen momento para reencontrarse.

La directora de El juego de la silla y Una novia errante tiene una virtud casi desconocida en el cine argentino, que es la sutileza, la contención y el poder decir con imágenes y expresiones actorales mucho más que con discursos eternos e innecesarios. En Los Marziano las situaciones no están expuestas, se dejan entrever, se adivinan a través de atmósferas y climas logrados por medio de un guión medido e imágenes de gran belleza. Sin embargo, el film está lejos de resultar tedioso, aunque los que vayan esperando un Francella con su clásico humor argento saldrán decepcionados. Acá no hay nada de eso, hay un humor extraño, poco condescendiente, más cercano a la agudeza del cine indie norteamericano que al costumbrismo nacional.

Los cuatro actores se destacan, pero el que más sorprende por su trabajo impecable es Arturo Puig, haciendo un personaje de jefe de familia que puede considerarse antagónico de su clásico Grande pa!. Francella interpreta a un hombre al que no le fue bien en la vida, lo que le brinda al film un aire melancólico, pero nunca angustioso, y a la vez humorístico pero nunca banal.

La película se detiene más en los momentos, lo que deja abiertas algunas situaciones sin desenlace, pero que no afectan al desarrollo total de la trama. Se trata de una obra plena de talento creativo, difícil de encontrar en la cartelera local.