Los Knacks. Déjame en el pasado

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Los Knacks. Déjame en el pasado, documental de Gabriel y Mariano Nesci, es una de las películas argentinas más emocionantes del año. Una epopeya cinematográfica que sorprende a todo nivel. Durante nueve años los hermanos Nesci siguieron la historia de una banda de los sesenta separada, por la coyuntura y por decisión propia, justo antes del momento que podría haber sido el más importante de su carrera musical.

Los Knacks son los pioneros del beat garage en Argentina. Luego de varios singles y un crecimiento en popularidad graban su primer LP, pero antes de lanzarlo, la dictadura de Onganía prohíbe que los artistas locales canten en inglés. El álbum queda archivado en la compañía discográfica, y ellos, decepcionados y no aceptando volver a grabarlo en castellano, deciden separarse. Los primeros quince minutos de película cuentan esta historia y para entonces todos los que no recordábamos o conocíamos a la banda ya estamos fascinados por su música. Quince minutos de ese recuerdo y de sus integrantes años más tarde es todo lo que necesitamos para que nunca más nos olvidemos de ellos.

Pero ese es solo el comienzo. Porque nada prepara al espectador que no ha leído algo sobre el film para lo que viene después. Como mencionamos, los realizadores siguen a los músicos durante nueve años y la película está llena de sorpresas increíbles que no anticiparemos acá. Pero la película tiene todos los ingredientes de una buena ficción, excepto por el hecho de que las cosas realmente ocurren y la emoción se multiplica. Esta historia, la de Los Knacks, la hemos visto en varias películas y no sería raro que este mismo documental pudiera ser material para una nueva ficción. Gabriel Nesci hizo, después de todo, Días de vinilo y Casi leyendas, esta última en mitad del proceso de realización de Los Knacks.

El gran hallazgo de la película es conseguir que se entienda cada uno de los personajes, que escena tras escena podamos conocerlos y sentir por ellos una cercanía con sus deseos, sus broncas, sus angustias y sus alegrías también. Podemos ver, a lo largo de la historia, ver cómo cambian sus ideas, como renacen sus esperanzas e ilusiones, como van pasando el tiempo delante de nuestros ojos. Con el correr de los minutos estos excelentes músicos olvidados se convierten en banda de culto, en personajes al margen de la historia, en perdedores y finalmente en una victoria de una humanidad que conmueve profundamente. Con tanto material disponible queda en el talento de los directores el armar una narración como la que queda en la película. El film no se desvía, no hay sub historias ni ramificaciones que dispersan el eje. Si los primeros quince minutos son sorprendentes, los últimos son memorables. Hay tres o cuatro escenas que no son fáciles de encontrar en un documental, momentos de angustia y alegría, de la ya mencionada muchas veces emoción. Al terminar Los Knacks. Déjalo en el pasado queda en el espectador un enorme cariño por los personajes, una identificación que no elegimos, sino que se nos impone a fuerza de una humanidad gigantesca. El consejo final es buscar la música de Los Knacks y enamorarse de la banda que protagoniza esta película.