Los Knacks. Déjame en el pasado

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Para ser breves (pueden googlear o buscar en YouTube) Los Knacks fue una banda émula de los Beatles que surgió en 1963 del encuentro de un par de quinceañeros en el Colegio Nacional Pueyrredón. Cuatro años más tarde fueron descubiertos por Gustavo Lipekester, productor de Phillips, y se convirtieron en un veloz fenómeno popular (shows cada vez más grandes, apariciones en televisión). Sin embargo, justo cuando estaban por editar su primer disco (ya habían grabado varios singles), una ordenanza de la dictadura de Onganía los puso en una lista negra por cantar en inglés. Para 1970, el sueño había terminado y el grupo se disolvió.

Flashforward a 2010. Los integrantes se reencuentran de forma casual y empiezan a descubrir que Los Knacks se han convertido en una banda de culto en los lugares más recónditos del planeta ¿Qué ocurrió? Aparentemente alguien robó las cintas de aquel fallido longplay, lo editó y el mismo se empezó a vender muy bien en el exteror. La cámara viaja por disquerías de todo el mundo y los vinilos no tardan en aparecer en las bateas o los depósitos (tampoco escasean sus fans).

Tras ese prólogo veremos que Los Knacks se reúnen con algún cambio de integrantes, con nuevos conciertos y grabaciones que no resultan como lo habían pensado. No conviene adelantar nada más, pero lo cierto es que Mariano y Gabriel Nesci los siguieron durante casi una década en la intimidad y sobre los escenarios (también, ya septuagenarios, con sus achaques de salud).

Película sobre segundas oportunidades, sobre los sueños (los delirios de grandeza) que se chocan contra la cruel realidad, sobre los prejuicios en el rock (y en la vida) contra los viejos, sobre las miserias del negocio vs. lo genuino y lo vocacional, sobre las amistades que se mantienen (o recuperan) en el tiempo, Los Knacks: Déjame en el pasado es un trabajo que “dialoga” con la obra previa de ficción de Gabriel Nesci, como Días de vinilo y Casi leyendas.

El humor negro (autoparódico e irónico) de los propios integrantes de la banda resulta un bálsamo contra el patetismo en el que podía haber caído el documental, que se las ingenia muy bien para reconstruir el pasado de la banda casi sin contar con material de archivo de los '60 y sintoniza con los distintos estados de ánimo (de la euforia a la depresión) de estos encantadores viejitos rockeros que -cuando parecen están en la quiebra anímica y financiera- sacan recursos de donde no los hay. En ese sentido, es muy valiosa la aparición en distintos pasajes de un coleccionista y fan de la banda que en algunas épocas hasta se transformó en mecenas.

La opinión de legendarios periodistas de rock como Alfredo Rosso y Claudio Kleiman aportan algo de contexto, pero el eje del film, su corazón, su alma, pasa por las historias de vida de estos músicos que pudieron ser estrellas y terminaron estrellados, que mostraron el talento y en algunos caso la perseverancia, pero nunca contaron con el timing ni la suerte que otros artistas menos dotados si tuvieron. Casi leyendas.