Los inocentes

Crítica de Lucas Moreno - La Voz del Interior

La extraña combinación de esclavos, macumbas y argentinos
La película argentina de Mauricio Brunetti tiene varios problemas y algunos aciertos.

Corre el año 1871 y en una estancia llamada La Mercedaria, Lito Cruz tiene una legión de esclavos negros –mulatos de pura cepa– a los cuales explota, azota, viola, humilla y tortura de múltiples maneras. Un fotograma suelto de esta película remonta a lo último de Tarantino, a 12 años de esclavitud, a Amistad o a cualquier filme yanqui obsesionado con el abolicionismo.

Uno se pregunta qué factores llevan a un director argentino a filmar algo de tales características, haciendo de la ubicación geográfica un disparate de guion. Sólo cuando nos habituamos a que los negros le digan “Sí, Amo” a Cruz entendemos que la extrapolación se asemeja al boom de las novelas históricas, que absorben una época y la distorsionan para que sus personajes vivan aventuras posmodernas.

En este caso, las aventuras vienen en formato de terror, y aquí llega la segunda vertiente de influencias: Los otros, La cumbre escarlata, de Guillermo del Toro, y cualquier película que transcurra en una mansión vieja con fantasmas vengativos.

De la combinación entre esclavos, macumbas y un staff argentino sale Los inocentes, opera prima de Mauricio Brunetti. No es un filme indigno o bochornoso, y hasta podría decirse que su problema es iconográfico: tantos mulatos sufridos disfrazados de sirvientes y terratenientes déspotas con firuletes y bastones asemejan el producto a una telenovela brasileña.

El único sello distintivo del director es su regodeo tendencioso con la tortura física y psicológica. Fuera de ese rango no hay decisión estética novedosa. El arte y la fotografía tienden al preciosismo pero la cámara carece de carácter y de pronto un plano se eleva en grúa, otro se desliza en travelling y algunos salen cámara en mano. El elenco está muy bien, en especial Ludovico Di Santo, pero mucho no se puede exigir con diálogos como: “¡Es una bruja! Estas aberraciones tienen que terminar, estas esclavas tienen que escarmentar. Debemos estar atentos, el demonio se presenta con muchas formas”.