Los indestructibles 3

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Y la banda siguió luchando

Esta película en EE.UU. se tituló The expendables, lo que literalmente se puede traducir como "Los prescindibles", pese a lo cual en la Argentina se estrenó como Los indestructibles. El nombre original está relacionado con la ironía que sobrevuela la película y la realidad detrás de ella. Los héroes del cine de acción de las décadas de 1970, 1980 y parte de 1990, tanto como los personajes que ellos representaban (llámense veteranos de Vietnam, Afganistán, Nicaragua y otras batallas del siglo pasado) se convirtieron en unos matones vetustos que el gobierno norteamericano quiso barrer bajo de la alfombra lo mismo que los empresarios de Hollywood.

Pero los muchachos se reagruparon en una especie de "y la banda siguió tocando" y resisten de la manera que mejor saben, literalmente, dando batalla en el set, tratando de aggiornarse a los tiempos actuales, y por suerte riéndose un poco de sí mismos.

La tercera entrega de la saga es un poco larga, pero lleva un ritmo interesante. Combina escenas más o menos tradicionales de acción, con otras más modernas, sin llegar a alcanzar el nivel de las últimas tendencias.

Atraviesa distintas atmósferas. Algunas parecen réplicas de aquellas películas de hace 30 o más años, congeladas en el tiempo; los efectos especiales, las coreografías, las actuaciones y los encuadres remiten a una época ya perimida.

Hay un intento de juego con eso. El personaje de Antonio Banderas, un español parlanchín que ruega para ser incluido en el escuadrón de súper soldados, rompe un poco con el cartón de las otras figuras. Pero no alcanza. El humor no está tan desarrollado en el guion como para convertir la historia en una parodia en la que los íconos se rían de sí mismos, del costado ridículo de toda idealización de este tipo.

Pero la intención vale, y ayuda todavía más la inclusión de actores jóvenes entre estos próceres (Stallone, Statham, Schwarzenegger, Gibson, Ford, Snipes, Li son los próceres, claramente). Los más lozanos le dan un lavado de cara al relato, con sensaciones renovadas. Eso más una relajación de la premisa original de unir fuerzas y darle para adelante como sea. Lo que siempre hicieron esos muchachos que ahora no quieren jubilarse con la guardia baja.