Los indestructibles 3

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El recreo de los duros

Alguien dijo una vez que ver Los indestructibles (cualquiera de las tres, a elección) es como recibir una patada en el escroto. La frase, sin firma local, es menos acertada que graciosa. Más bien, ver Los indestructibles (nuevamente, cualquiera de las tres) es como ver a los campeones del mundo jugando un torneo de Fútbol 5: todo depende de que uno disfrute el fútbol. Indestructibles 3 arranca cuando Barney Ross (Stallone) y su banda descontrolada rescatan a Doc (Wesley Snipes) de una cárcel rusa de máxima seguridad. En la siguiente misión descubren que Stonebanks (Mel Gibson), el indestructible renegado, sigue vivo; Caesar (Terry Crews) recibe en el escroto algo más que una patada y Ross, con ayuda del Mayor Drummer (Harrison Ford), planea armar una nueva brigada, cambiando a sus colegas por sangre joven. A diferencia de las anteriores, Indestructibles 3 juega más que nunca con la idea (inspirada en cómics como Watchmen) de héroes retirados, oxidados (y lo oxidados que están: a 30 años de sus grandes hits, tipos como Ford y Schwarzenegger parecen encargados de un relicario o conserjes de un hotel en Tuscaloosa). Es el recreo de los duros, el “hasta la vista baby” de Arnie en versión extra large. Si le divierten esas cosas y le gusta la acción, Los indestructibles 3 es su película.