Los indestructibles 2

Crítica de Ignacio Andrés Amarillo - El Litoral

Unos viejitos que se defienden (a los tiros)

Antes de empezar, vayamos a las aclaraciones. Más allá de ser una secuela (lo que implica que la mayoría de los personajes ya han sido presentados en la primera), la clave de comprensión y disfrute de esta película es haber visto el cine de acción de los 80 y principios de los 90.

Es probable que si el posible espectador no haya visto ninguna “Rambo”, ninguna “Retroceder nunca, rendirse jamás” o ninguna “Duro de matar”; ni “Commando”, “Red Scorpion”, “Octagon”, “Kickboxer” las dos primeras “Terminator” y alguna más recientes como la saga de “El Transportador”; o alguna serie como “Brigada A”, no entenderá demasiado de qué la va. Y tampoco reconocerá a varias de las caras que aparezcan aquí, envejecidas: los rostros de héroes y villanos de antaño.

Vengadores conocidos

La historia es la siguiente: tras una misión de rutina en la que Los Indestructibles le salvan el pellejo a su competidor Trench (Arnold Schwarzenegger), el agente Church (Bruce Willis) extorsiona a Barney Ross (Sylvester Stallone), el líder del grupo. Todo a causa de los sucesos de la primera parte, en la que murió un agente gubernamental (aunque estaba corrompido). La forma de quedar a mano es rescatar una caja fuerte de un avión que cayó en Albania. Para esto, deben trabajar con una agente especial llamada Maggie Chang, una brisa de estrógenos entre tanta testosterona, aunque sea una chica de armas llevar.

Pero lo que debía también ser una misión de rutina se complica cuando un grupo los sobrepasa en potencia de fuego y les roba el contenido de la caja (una valiosa información), tras lo cual su líder de nombre bien explícito, Villain (Jean-Claude Van Damme) mata al miembro más joven del grupo, Bill The Kid (el bonito Liam Hemsworth), justo cuando estaba a punto de retirarse de esa vida agitada para irse con su novia.

La misión se convierte entonces en venganza personal, lo que de todos modos le conviene a todos, porque el destino del mundo puede jugarse en esa acción, que los llevará a algún lugar perdido dentro de la ex Unión Soviética y que contará con la participación de Trench y Church (que saldrá de su rol pasivo para empuñar las armas y divertirse) y la aparición de Booker, el luchador solitario (Chuck Norris).

Por supuesto, todo con muchas explosiones, tiros, salpicaduras de sangre, decapitaciones inverosímiles y diálogos que lo son aun más (al menos en medio de una refriega.)

Autoparodia con cariño

De todos modos, más allá de que hay un argumento convencional, lo interesante está en otro lado. Porque este filme es la versión ampliada de la primera parte, una humorada sobre un cine de culto, riéndose de su propia inverosimilitud y de los años transcurridos: sobre un avión que está para un museo, dirán “¿Acaso no lo estamos todos?”. O que Schwarzenegger pueda decir “I’ll be back” (una frase clave de “Terminator 2”) y Willis le responda “Ya volviste demasiado, voy yo”.

Especial atención para las apariciones de Booker/Norris, en las que se permiten bromear sobre su carrera y con los “Chuck Norris facts”, los míticos hechos que se le atribuyen en Internet:

—Oímos que eras un “lobo solitario” (por su filme de 1983 “Lone Wolf McQuade”).

—También oímos que te había mordido una cobra.

—Tras cinco días de dura agonía... la cobra murió.

Por supuesto, sus inverosímiles ataques salvadores cuentan con la música de Ennio Morricone de “Lo bueno, lo malo y lo feo” (Arnold contará casi imperceptiblemente con el “chachachan, chachan chan”, de “Terminator”).

Van Damme no tiene un personaje humorístico, pero se dará el gusto de tirar algunas de las patadas voladoras circulares que lo hicieron famoso.

Todo termina convirtiéndose en un “rescate emotivo”, como se llamaba un programa argentino que apuntaba a las series y películas de culto. Aquí se apunta a lo mismo, desde una especie de autoparodia respetuosa, a un cine que se volvió de culto para una generación que creció con vengadores solitarios, renegados y peleadores de sentimientos nobles pero que no dudaban en decapitar a un rival sin siquiera transpirar.

Esa es la genialidad de esta saga impulsada por el propio Stallone: no pretender ninguna pomposidad, reunir a un grupo de viejas glorias, cosa que hubiera sido imposible dos décadas atrás, para reírse de sí mismos y de los mitos que generaron. Y por supuesto, está el placer de disfrutar de un festival de violencia a la antigua, de “una de tiros”, como se decía antaño.

Factura global

La dirección recayó en Simon West, afiatado como director y productor de cine de aventuras (“Con Air”, “Tomb Raider”, incluso algún drama como “La hija del general”), con guión de Richard Wenk y Stallone sobre historia de Ken Kaufman, David Agosto y Wenk. Ellos dieron forma de “película normal” a este “festival de la exageración, como dirían Los Violadores.

A las divertidas actuaciones de los mencionados, se suman Jason Statham (Lee Christmas), el mejor actor de los peleadores actuales, buen contrapunto de Stallone; Dolph Lundgren como Gunner Jensen, el sueco inestable, académico y rústico a la vez. Junto a ellos se destacan la frescura de Nan Yu como Maggie y la de Hemsworth, aunque por razones explicadas más arriba aparece poco. También poco aparece el héroe chino Jet Li como Yin Yang, el bufón natural del grupo.Terry Crews (Hale Caesar) y Randy Couture (Toll Road) completan el equipo de mercenarios.

Valga destacar el carácter globalizado de este filme hollywoodense: filmado en Bulgaria (por las locaciones eslavas, pero también donde se hace de manera barata un cine de terror como la saga Hostel, por ejemplo), con la música grabada por una orquesta de ese país (eso sí es más habitual desde hace años, la Filarmónica de Praga le lleva ventaja), pero también con posproducción búlgara, india y mexicana. Tercerización que habla del nivel de varias cinematografías a nivel mundial... y de sus costos menores en relación a Estados Unidos.

Así que ya lo saben: los que quieran reflexiones sobre el coraje a lo Stephen Crane, o sobre el valor de la vida, ni se acerque a este filme. Ahora, quien esté dispuesto a relamerse con una combinación de chiste y puñalada, a celebrar como cuando éramos chicos la explosión de una cabeza o el abatimiento de un escuadrón completo con un cargador que no se acaba nunca... ésta es su película.