Los Increíbles II

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Los adecuados

A la fecha Los increíbles 2 (The Incredibles 2, 2018) representa la secuela más tardía de cualquier película de Pixar, estrenándose 14 años después de la original. Tiempo que no se ve reflejado por la narración - que retoma a la familia de superhéroes Parr segundos tras la conclusión de Los Increíbles (The Incredibles, 2004) - ni por la estructura de la secuela, que en definitiva cuenta la misma historia, quizás con un poco más de espectáculo de por medio.

La película original trataba sobre una familia de superhéroes natos obligados por la ley a contener sus impulsos heroicos y ocultarse en la mediocridad de la vida suburbana; frustrado con un trabajo burócrata que parodiara su vocación de ayudar a la gente (vendiendo seguros) Bob Parr (Craig T. Nelson) resume en secreto la identidad de Mr. Increíble y pasa a trabajar para un misterioso benefactor que le permite revivir sus días de gloria. Así hasta que es traicionado en el cénit de su vanidad y su familia acude al rescate, estableciendo una nueva dinámica familiar que balancea la mundanidad de la vida cotidiana con el placer “privado” de pelear contra el crimen.

La secuela cuenta la misma historia casi escena por escena. La primera secuencia reinicia el status quo, de nuevo confinando a los Parr al anonimato de una familia normal de clase media hasta que aparece un nuevo benefactor con una propuesta demasiado buena para ser cierta. La diferencia es que Helen Parr (Holly Hunter), alias Elastigirl, es a quien le toca salir a pelear contra el crimen mientras que Bob asume el rol - de muy mal humor - de quedarse en casa criando a sus hijos: la adolescente Violet, el pequeño Dash y el bebé Jack-Jack, cuyos incontrolables exabruptos de súper poderes pronto lo convierten en el “crowd-pleaser” de la película.

Que al cabo de una década y media de espera la secuela de Los Increíbles no tenga mejor idea que repetir el mismo show delata una poco característica falta de inspiración de parte de Pixar, sobre todo considerando el retorno del magnífico Brad Bird como escritor y director. Reacomoda las fichas pero pasa a jugar el mismo juego turno por turno (repitiendo, aptamente, el mismo mensaje de precaución sobre los peligros de la conformidad social). La sensación es que cualesquiera sean los logros de la segunda película en realidad son méritos a compartir con la primera, la cual es una de las mejores obras de Pixar.

Así contamos con la banda sonora enérgica y rimbombante de Michael Giacchino, quien captura perfectamente la onda jazzista de los seriales de espionaje de los 60s. Género que además se ve reflejado en la estética retro-futurista, el diseño sílfide de la mayoría de los personajes y una actitud alegre y positivista hacia los problemas del mundo. Hasta el intercambio de los tradicionales roles de género entre Bob y Helen parece estar motivado por las anticuadas fórmulas de las sitcom de los 60s que fetichizaban a la esposa “atípica”.

El resultado es una trama de acción y espionaje del lado de Elastigirl (la cual está llena de giros tan previsibles que es casi una sorpresa que la propia película no los subvierta) y una rutina de situaciones cómicas en la domesticidad de la vida de Bob, por lejos el personaje más interesante. Ama y apoya a su esposa, pero el éxito de Helen es a la vez una constante fuente de humillación a su orgullo y virilidad. La crisis existencial de Bob es de lo más divertido que ofrece la película y encapsula perfectamente el espíritu que hizo a la primera tan atractiva: personas reales atrapadas entre el amor y el odio por aquello que los define por naturaleza. Por su propia parte, Helen resulta una de las heroínas más memorables que el género ha ofrecido en los últimos años.

Los increíbles 2 no eleva el concepto de la original ni lo lleva a un lugar novedoso o sorpresivo. Pero como su antecesora es divertida, colorida, visualmente llamativa y la acción es retratada con una creatividad y un ritmo que no tiene nada que envidiar a los titánicos seriales de Marvel y DC. Por sobre todo la película cuenta con la emblemática calidad Pixar a la hora de perfilar personajes humanos y relacionarlos de manera creíble y entrañable, complejizando una temática al plantear distintos puntos de vista. Mientras mantenga en foco y cerca del corazón a sus personajes, Pixar no puede hacer una mala película.