Los ilegales

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Un despliegue visual y actoral intenso, pero con descuidos guionísticos.

El Acta Volstead, mejor conocida como la Ley Seca, ha dado rienda suelta a la diseminación del crimen organizado durante las décadas del 20 y del 30 en los Estados Unidos. Gangsters de todo tipo vieron el negocio enorme que podían sacar de esta prohibición, o mejor dicho de la ridícula pretensión del gobierno de frenar el libre albedrío de la gente. Desde su revocación en 1933, hubo hasta la fecha decenas de películas que han retratado esta lucha tomando cualquiera de los lados de la ley, en las que tanto protagonistas como antagonistas son tipos duros que no dan el brazo a torcer. Esta película, aunque con un complejo estilo visual, no es una excepción.

¿Cómo está en el papel?

Es simplemente una historia de un trio de hermanos que trafican con licor ilegal durante esta Prohibición, a quienes se les complican las cosas cuando las autoridades y la competencia pretenden tener parte de sus ganancias.

La película empieza de un modo bastante inteligente con los tres jóvenes hermanos intentando matar un chancho con una escopeta. El más jovencito, titubea, no quiere hacerlo. Entonces su hermano mayor toma la escopeta y sin el más mínimo reparo le vuela la cabeza al chancho. Mejor establecimiento de tema imposible; hasta incluso es rectificado por el personaje de Tom Hardy cuando le rectifica a Shia LaBeouf: “No es la violencia lo que diferencia a los hombres, sino hasta donde es capaz de llegar.” La única pena es que esta introducción temática está casi de adorno y da inicio a una seguidilla de gráficos hechos de violencia que son más producto del relato de una crónica policial más que de una progresión o necesidad dramática; no olvidemos que la película está basada en un hecho real.

La película tiene una estructura básica que no es muy diferente de los films de este género que vimos anteriormente y con esto en mente, aprovecha más para desarrollar a los personajes de la trama; suponiendo que haya algo que desarrollar. Pero ese desperdicio a nivel tema que antes mencioné, vuelve para morderlos en el traste en el 3er acto con el personaje de Shia LaBeouf, al que el espectador estará más atento por ser su personaje el que experimenta las mayores transformaciones, encontrando la solución a su problema interno a manos de otra persona. Si lo ven, dirán que es una nimiedad, pero una nimiedad que significaba la diferencia entre una resolución satisfactoria y una que no lo es.

¿Cómo está en la pantalla?

La fotografía y la dirección de arte están excelentes. John Hillcoat, director de La Carretera, nos mete con mucho éxito en el universo que transcurre la película. Los encuadres están
compuestos con mucho buen gusto, un buen gusto que proviene de una búsqueda de eludir, al menos desde el aspecto visual, los lugares comunes que el guión no puede evitar.

Por el lado de las actuaciones, Tom Hardy y Guy Pearce entregan sin lugar a duda las mejores actuaciones de la película; sobre todo Guy Pearce con un villano sádicamente pintoresco. Jessica Chastain y Mia Wasikowska, a pesar de que el guión deposita de una forma muy superficial en ellas el rol de interés romántico de los protagonistas, entregan dentro de sus limitaciones pequeñas perlas de talento acorde a los elogios que ambas interpretes han recibido durante los últimos años. Son bellas, pero también talentosas, estaban necesitadas de personajes más jugosos que las simples “Novias de…” que Nick Cave escribió para ellas. Gary Oldman, aunque brilla en lo poco que aparece en el metraje, uno siente que su personaje no tenía la profundidad suficiente para necesitar de un actor de su talento.

Conclusión

Una película que sale adelante por el carisma de sus actores y la pericia narrativa y visual de su director. No va a pasar a la historia, pero sirve para pasar el rato.