Los ilegales

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

La historia se centra en el sur de los Estados Unidos y oscila entre el western y una película de gangsters para contarnos esta historia de una banda que defiende su territorio de la corrupción y el atropello. Mientras hacen un desfile de grandes nombres como Gary Oldman y Guy Pearce, vemos tiroteos en plena calle, una gran ambientación y un guión que cae en un cliché tras otro. No hay forma de que no se torne predecible ya que cae en el malo muy malo, el bueno muy bueno pero muy rudo, las mujeres que son decorado y la violencia constante.
Tengo que confesar que el western siempre tiene magia para mí. El hecho de que sea el único género que existe solo en el cine, que nos haya regalado tantos clásicos y el ver grandes películas que siguen respetando su forma pero renovándolo (basta con recordar la monumental Drive) no me permiten creer que sea necesario un producto tan plano.
Si bien la ambientación y vestuario dejan un gran placer visual y las tomas del director son sugerentes, John Hillcoat que ha sabido cargarse al género gangster tan bien en “La carretera”, no puede salvar su falta de dirección actoral. Tampoco podemos culparlo tanto: el peso de la historia recae en Shia Lebeouf que tiene ese constante gesto de estar a punto de estornudar que mantiene durante toda la película sin lograr el más mínimo matiz. Guy Pearce, que amamos verlo como un psicópata despiadado, pasa de ser un asesino de guantes blancos (en este caso, literal) a ser una caricatura frente a nosotros.
Los pocos momentos en los que Oldman está en pantalla son excelentes, pero tiene tan poco metraje que no llegan a salvar la película. No puedo menos que indignarme porque no explotaran la calidad de Chastain y Hardy da muy bien en pantalla pero tampoco se luce demasiado.
En conclusión, la película no es mala, pero nos lleva a tantos lugares comunes que pasa como si nada. No termina de crear el drama ni la sugestión que espera, la dirección de arte es buena pero quiere atarse tanto al libro que parece más un manual de cómo filmar western que una película en sí…
Pasa sin pena y sin gloria.