Los ilegales

Crítica de Emiliano Fernández - A Sala Llena

La ferocidad y el calor blanco.

Por lo general las películas de gángsters se caracterizan por una sentencia moral bastante marcada vinculada a aquello de que “el crimen no paga”. El cliché afirma que la incesante catarata de ametralladoras, homicidios, mutilaciones, sangre derramada y demás yerbas eventualmente resultará contraproducente para los forajidos de turno, la vida de los cuales suele finiquitar bajo las mismas y no muy agradables condiciones de siempre. A decir verdad ésta es la moraleja estándar que lleva impresa en su ADN la mayoría de los films en cuestión, aun los más nihilistas y demacrados que en términos prácticos constituyen una explotación/ exaltación de la violencia y todo ese “estilo de vida” que ella acarrea a diario...