Los ilegales

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con un claro estilo clásico de film de gánsters de la era de la Ley Seca, Los ilegales respeta sin fanatismos los códigos del género, aportando toques distintivos que la realzan. Dirigida por John Hillcoat, responsable de una pieza post apocalíptica notable y sin concesiones como La carretera, cambia aquí radicalmente su impronta expresiva y temática para introducirse en un mundo sórdido e inclemente. Y en ese sentido, tanto para abordar un impredecible futuro como un más palpable pasado, Hillcoat apela a armas visuales y dramáticas que lo llevan a terrenos inesperadamente semejantes. Y asimismo se rodea nuevamente –como un el caso mencionado, que contó con nombres como los de Viggo Mortensen, Charlize Theron, Robert Duvall y Guy Pearce- de un elenco extraordinario, magníficamente conducido. Basada en un libro de Matt Bondurant en el que se recorre la epopeya criminal de la familia que lleva ese apellido, el film se ocupa de tres temerarios hermanos que se atreven a competir en el redituable negocio del alcohol ilegal, enfrentándose con obstinación a enemigos irreductibles que los acosan desde ambos lados de la ley. La obsesión de los Bondurant, con diferentes matices entre ellos, es hacerse respetar y crear su propio imperio en una época descarnada y sin códigos de comportamiento. Con elementos narrativos que recuerdan films de los Cohen (especialmente De paseo a la muerte), otros de los 70 como Dillinger o Bonnie & Clyde, o la reciente El enemigo público, Los ilegales entrega intensos momentos de acción en los que la truculencia y cierto preciosismo visual que hace foco en lo nefasto, no están ausentes.

Las interpretaciones son soberbias, partiendo de Tom Hardy y el ascendente Shia LaBeouf hasta las fenomenales participaciones de Guy Pearce y Gary Oldman.