Los ilegales

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Una historia real bien contada

Cuenta un suceso real: la vida de los hermanos Bondurant, en el estado de Virginia, en los años de la Gran Depresión. Forrett. Howard y Jack son tres campesinos toscos y primitivos que han montado una destilería clandestina. Y enfrente está la Ley y una dura competencia. Es una más de mafiosos contra el orden. El film está bien hecho, aunque transita por caminos conocidos y tiene algunas exageraciones. Parte de una novela escrita por el nieto de esos Bondurant. Y eso explica el aire condescendiente con que aparecen dibujados estos contrabandistas de pocas ideas y buen corazón. No elude ni la acción ni el costumbrismo ni el aliento romántico. Es intensa, visualmente atractiva, interesante en el estudio del carácter de estos tres hermanos. Y más allá de algunos estereotipos y convencionalismos, interesan las locaciones, la música, su buen gusto, su estructura narrativa y la firme marcación actoral.

La Ley (el sistema) -tan vapuleada en estos días- tiene aquí su peor cara: la policía transa por unos botellones de alcohol, el procurador es un justiciero sádico y cruel, y al final todos los litigios se arreglan por la fuerza. Además, este canto a los Bondurant nos recuerda que, a la sombra de las prohibiciones, siempre prosperan los ventajeros y el mercado negro.