Los huéspedes

Crítica de Guillermo Monti - La Gaceta

No te fies de una dulce pareja de abuelos

Becca y Tyler viajan a conocer a sus abuelos, de quienes tienen muy pocas referencias. Se trata de una muy particular pareja de ancianos, cuyas conductas empiezan a generar dudas entre los chicos. Están aislados, en pleno invierno, y expuestos a toda clase de sorpresas.

Si algo detesta M. Night Shyamalan es que rotulen a sus películas como “historias con giros”. “Yo no hago eso”, alega Shyamalan, mientras su filmografía demuestra la contrario. Se sabe que, en algún momento, la trama develará un elemento sorprendente que trastoca la narración. Shyamalan lo repitió una y otra vez, desde “El sexto sentido” a la fecha. Así que en “Los huéspedes” todo pasa por descubrir el truco antes de que lo muestren en la pantalla. No es difícil. Ya está, Shyamalan lo hizo otra vez. Como esos adictos que prometen una cosa en rehabilitación y obran lo contrario a la hora de los bifes.

Pero convengamos que “Los huéspedes” está por encima de lo que Shyamalan venía escribiendo y filmando. Después de consolidarse como una exótica joya moderna -incluyendo una de los mejores películas de superhéroes que se recuerden, “El protegido”-, la carrera de Shyamalan se desbarrancó. La culpa fue de una cadena de títulos decididamente malos (“Después de la Tierra”, “Airbender”, la abominable “El fin de los tiempos”).

La interactuación de niños con ancianos siempre puede abrir puertas inquietantes y Shyamalan describe ese choque de mundos con inteligencia. Lo sostiene con una puesta óptima: la casa, los ambientes, la nieve; la elección de colores y la absoluta ausencia de música.

“Los huéspedes” es una película pequeña, partiendo de lo acotado del reparto -sin estrellas-. Eso también es un acierto. Está construida desde el archiutilizado recurso del found footage (falso documental), pero hay una sólida explicación para esa elección. Son apenas dos niños y dos ancianos, frente a frente, movilizados a un juego de supervivencia salpicado por Shyamalan con algunos diálogos ingeniosos y un par de escenas muy bien resueltas. El horror, lentamente, va revelándose. Lejos de ser una obra maestra representa un punto de apoyo para un realizador que lucía desnortado. No es poco.