Los huéspedes

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

La formidable seguidilla de Sexto Sentido, Unbreakable y Signos convenció al público y la crítica que M. Night Shyamalan era el próximo gran maestro del cine de suspenso - y me incluyo en la lista de adeptos -. Después vino un proceso de implosión, caracterizado por un exceso de ego y una serie de fallidas decisiones creativas, lo cual derivó en una larga serie de fracasos y bodrios empezando por la insatisfactoria La Aldea, y reventando a partir de La Dama del Lago, The Happening, The Last Airbender, After Earth así como el mediocre script de The Night Chronicles 1: Devil. Aún con todo ello - y con las terribles reseñas de sus últimos trabajos - los filmes de Shyamalan probaron ser reduitables, aún cuando en algunos casos las cifras de recaudación resultaran muy ajustadas respecto de su presupuesto original. El director comenzaría un lento comeback con la intrigante serie Wayward Pines y con el filme que ahora nos ocupa, el primero en los últimos 10 años que ha obtenido criticas positivas. Definitivamente no tiene el grado de originalidad y efectividad de las obras de su primera etapa, pero es definitivamente una película de terror bien escrita y dirigida.

El culpable de The Visit es Jason Blum, el mismo de Actividad Paranormal y el cual se ha convertido en una megafuerza creativa del bajo presupuesto - algo así como un Roger Corman especializado en el Found Footage -. El tipo produce películas recontrabaratas de horror, contrata a directores primerizos, experimentales o en decadencia, y obtiene fabulosos márgenes de ganancia - por mencionar algunos títulos, ha producido Dark Skies, Oculus, Insidious, The Bay, las secuelas de Actividad Paranormal entre 10 toneladas de filmes de terror de los últimos años -. Ahora ha reclutado a Shyamalan, le ha dado un presupuesto ínfimo de 5 millones, y le ha dado rienda suelta para que haga lo que quiera. El resultado final es mucho mas feliz y satisfactorio de lo que uno podría anticipar.

Esta es una película de terror con visos de comedia. La idea es mandar a un par de chicos a visitar a sus abuelos - por primera vez en su vida, ya que desde el casamiento de su madre no se han hablado con su hija -, y dejarlos solos con los ancianos durante el transcurso de una semana. Ok, está el cliché exigido por Jason Blum - rodaje en primera persona todo el tiempo - el cual aumenta la efectividad en el caso de ser manejado con prestancia por el veterano Shyamalan. Mas allá de la falta de lógica de seguir rodando cuando alguien quiere acuchillarte o morderte, el rodaje en primera persona sigue siendo el medio mas efectivo de pegarte un buen susto: es su perspectiva limitada - que no te permite distinguir lo que se mueve en las sombras - y su grado de inmersión lo que te hace pegar unos buenos repingos en la butaca.

Ciertamente hay algo morboso en la idea de la vejez, en cómo la gente se pone decrépita, agarra costumbres extrañas, pierde funciones mentales y corporales, o se vuelve estéticamente impresionante. Mientras que al principio la visita es amistosa, pronto empieza a caer en niveles bizarros cuando los ancianos se van a dormir a las nueve y media de la noche y se dispara una serie de actividades nocturnas inquietantes, con ruidos de todo tipo, apariciones y olores extraños. Descubrir a la abuela paseando desnuda y arañando las paredes no sería tan estremecedor si el abuelo no tuviera también su propia caterva de rarezas, las cuales se ponen cada vez mas espesas con el correr de los días. Shyamalan afloja el clima de tensión con efectivos pasos de comedia - en especial, a cargo de Ed Oxenbould, el cual se roba literalmente la película - porque, en definitiva, no dejan de ser niños viendo escenas de la demencia senil de sus abuelos (e interpretándolas para broma). Pero las señales comienzan a ser cada vez mas perturbadoras - especialmente porque a la abuela le gusta imitar a Sadako de The Ring, reptando por los suelos con un rictus aterrador en la boca cada vez que se chifla - y las cosas se ponen cada vez menos cómicas. Y, en la últimos 20 minutos el filme entra en un tono definitivamente estremecedor, poniéndose inusualmente violento y shockeante.

Honestamente no entiendo las reseñas tibias respecto del filme. No es una comedia de terror - aunque hay momentos que lo parece, ya que Shyamalan juega con las expectativas y se burla de ellas -, sino que es un filme de terror salpicado con tonos cómicos: el final nunca podría ser gracioso en el momento del desenmascaramiento de la verdad. Shyamalan rueda con completa libertad creativa e incluso se aleja de su estilo habitual, relajándose y renovándose. Desde ya, le agrega un componente emocional - el divorcio de los padres, la separación con los abuelos - que es muy efectivo y le da humanidad a los protagonistas. También agrega su típico giro shyamalano, donde hay revelaciones y todo lo visto revierte su significado. El climax tiene su impacto y no me parece un golpe bajo: lo que ocurre es que siempre vimos las cosas desde la óptica de los chicos y cuando la crueldad subterránea sale a flote, no hay márgenes para la comicidad. El único chascarrillo que se le ocurre a Shyamalan es, pasado el climax, meter una melosa banda de sonido - similar a la cursilería que adoraba la mamá de los protagonistas y que la chica estaba por incluir en su documental casero -.

The Visit no es una obra maestra ni es el mejor filme de Shyamalan, pero está a años luz de sus últimos trabajos y muestra una clara mejora en el sentido correcto. Yo me atrevo a recomendarla porque me pareció inteligente, bien orquestada, con su cuota de momentos de shock y muy bien actuada. Se parece mas a un filme de Sam Raimi (de sus comienzos) que a un thriller plagado de suspenso de los que rodaba Shyamalan pero, diablos, está bien hecho y entretiene. Y por su valor de pasatiempo es que le perdono los vicios del estilo de cámara en primera persona.
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