Los hongos

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Los Hongos es el nuevo film de Oscar Ruiz Navia (El vuelco del cangrejo, 2009) quien retorna a Cali, su ciudad de origen, para contar una historia que habla de dos adolescentes unidos por la misma pasión: el arte del grafitti. Ras vive en la periferia con su madre, ambos son afrodescendientes, y Calvin es un estudiante de Arte de clase media, sus padres acaban de separarse, por lo que vive con su abuela, quien se encuentra con un tratamiento de quimioterapia.

Sus personajes (actores no profesionales y artistas en la realidad) usan al grafitti como un modo de comunicarse y con la ciudad como escenario. Esa expresión es muchas veces una forma de denuncia pública (política, social y racial) generalmente anónima, que le resulta incómoda al poder, representado en este caso por la policía.

Pero Los Hongos habla también del amor a la familia, de la cotidianeidad y de la amistad. Y esa pluralidad temática se traslada a su estética, que en realidad no es una sola. Está el relato intimista de sus protagonistas con La Ñaña, o el de Ras con su madre. Está el paisaje nocturno de la creatividad, el de la psicodelia de algunas fiestas, el de su recorrido por la selva: todos dan cuenta de una excelente fotografía y de composiciones de una inusual belleza.

A sus personajes les basta encontrar una pared en blanco, tener mucha pintura, y el deseo y la voluntad de pintar para dar a conocer un modo de sentir y percibir el mundo. Estas imágenes son tan figurativas como abstractas y tan hiperrealistas como geométricas.

Actualmente el grafitti -cómo fenómeno mundial- es asumido más como arte que como escenario político. Pero esto no es lo que ocurre hoy en Colombia. Porque si bien su llegada a este país se remite a una época de violencia entre conservadores y liberales, con la llegada de las guerrillas -en los 70- el grafitti emigró a las grandes ciudades como Cali acompañado del hip-hop, y la música rap. Esto le dio una gran acogida entre los jóvenes, por lo que se comenzó a pintar las paredes con imágenes de comics, personajes inventados, mensajes y autorretratos. Aunque el hecho de que el film tenga lugar durante una campaña electoral y que la denominada Primavera Árabe sea la inspiración para alguno de los dibujos que realiza Ras, no es menor.

El grafitti es una de las manifestaciones culturales más desarrolladas de los últimos tiempos, y debe ser tratada como una práctica artística y no como algo que deba ser reprimido, ni criminalizado.

Y aunque su director use todo el tiempo a la metáfora desde un lenguaje muy simbólico para generar preguntas en el espectador, el film sigue teniendo una enorme cantidad de guiños hacia un conflicto social pero sin ser obvios. Y eso lo hace también desde lo ritual, en la privacidad, y desde lo religioso.

La idea tiene que ver principalmente con generar una atmósfera donde dos adolescentes vagan por la ciudad, uno con su patineta, y otro con su bicicleta y la cámara en la nuca los sigue, mientras ellos van construyendo una amistad en libertad. Es posible que la elección de su título, que es a la vez su espíritu, remita a los hongos como seres vivos que aparecen en contextos de gran descomposición. Porque los hongos son seres tan vivos como libres.