Los hijos del Diablo

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Los usurpadores de siempre

El debut en el largometraje de Corin Hardy apela al terror más clásico como referencia cinéfila para dejar un alegato ecologista, donde se contrapone la idea cientificista frente a la creencia del folklore irlandés. Oscuridad y luz, elementos tentadores para este tipo de propuestas, encuentran el escenario propicio en el misterioso bosque donde habitan criaturas extrañas que asolan a la familia que acaba de elegir la tranquilidad del afuera frente a la contaminación urbana.
El protagonista del relato vive junto a su esposa y un bebé, estudia los microorganismos y explora las dimensiones de un bosque a punto de recibir la visita ingrata de una compañía que talará cuanto árbol se cruce por el camino.
Sin embargo, los lugareños tienen sus reparos al tomar contacto con el intruso, porque de eso se trata en definitiva esta lucha, la preservación de una leyenda y la creencia en las calamidades que puede desatar cualquier intervención externa o proveniente del exterior del bosque como la que representa la nueva familia instalada allí.
Los hijos del diablo -2015-, título local poco feliz, es un film que mira mucho otros exponentes del género entre los que se puede encontrar David Cronenberg y su idea parasitaria de la transformación no arraigada a la típica posesión diabólica, sino a la invasión de un cuerpo extraño en el propio cuerpo, así como desde otros tópicos que hacen eje en el relato claustrofóbico puertas adentro en pos de la defensa del grupo o en este caso la familia nuclear y básica.
La puesta en escena es esmerada, también resulta destacable el buen trabajo de fotografía a cargo de Martijn van Broekhuizen, capaz de maximizar desde el punto de vista visual la tétrica atmósfera que atraviesa el relato.
Tampoco son descartables los efectos CGI en la creación del imaginario folklórico con esos híbridos que generan miedo cuando aparecen y que el director sabe esconder en más de una ocasión para hacer de la sugestión una herramienta eficaz que no necesita del golpe de efecto para concretar el objetivo del sobresalto.