Los hijos del Diablo

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Terror como en los viejos tiempos

La línea argumental es bastante clásica: una pareja llega con su bebe a un bosque, escenario ominoso por excelencia. El hombre trabaja para un proyecto que requiere la tala de árboles. Los vecinos les sugieren rápidamente que se retiren. Según ellos, rondan por el lugar seres malévolos que secuestran niños. Los recién llegados no creen en esa leyenda, pero casi de inmediato empiezan los problemas. Uno de los méritos de la película es su eficacia para mantener la tensión, apoyada en la astuta dosificación de la información. Los interrogantes se van revelando sin apuro (los fans del videojuego The Last of Us tienen ventaja, se darán cuenta más rápido de lo que está ocurriendo). En síntesis y sin spoilear demasiado: hay en la zona un hongo parasitario que reemplaza los tejidos del huésped y produce mutaciones horrorosas.

En el inicio de la historia, que se desarrolla en Irlanda, nos enteramos también del contexto político-económico: tanto ese país como Grecia están permitiendo la tala indiscriminada de árboles para poder mantenerse en la Eurozona. Esa veta ambientalista enriquece a la película de una manera original, sobre todo porque los que defienden el equilibrio natural son los seres fantásticos que asustan a la familia y al espectador.

Corin Hardy -quien pronto se hará cargo de la remake de El cuervo, película basada en la novela gráfica de James Oarr que dirigió Alex Proyas apuesta a un tipo de monstruo viscoso que era muy común en el cine de los 80 y deja de lado las imágenes generadas por computadora, tan en boga en el cine actual. Los zombies de Los hijos del diablo están mucho más cerca de los de El ejército de las tinieblas (Sam Raimi, 1992) que los de la popular serie The Walking Dead. Los notables trabajos de fotografía y de sonido refuerzan el poder de sugestión de la película, que tiene cerca del final algunas innecesarias vueltas de tuerca relacionadas con el folklore irlandés. Para un género que en los últimos años ha producido poco que luzca realmente original, el de Hardy un experto en animación que aprovecha bien su conocimiento en ese terreno en algunos tramos de la película es un esfuerzo encomiable. Ah, conviene quedarse en la sala mientras corren los créditos. Allí aparece alguna sorpresa más que hará las delicias de los fans del terror.