Los hermanos karaoke

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

¿Comedia hippie-chic o hípster-palermitana?

Según afirma la página oficial, el grupo creativo Cine Humus está “abocado a la realización de producciones cinematográficas”, declaración de principios que el estreno de su segundo largometraje –luego de un par de cortos previos– no hace más que confirmar. Bernardo Francese, Ignacio Laxalde y Agustín Gregori ya habían presentado en la sección Baficito del festival porteño, hace casi una década, Básicamente un pozo, cuyo título y excusa narrativa no hacían más que confirmar la relación con la sustancia de origen orgánico que solemos llamar coloquialmente “tierra”. Con Los hermanos karaoke el trío abandona la temática infantil de su ópera prima, aunque no las aristas más absurdas e ingenuas de aquella otra película. Ya la música que se deja escuchar durante la secuencia de títulos anticipa una filiación con ciertos modos naif de entender la relación entre los personajes, su evolución y la manera de encarar la narración, con algún lejano regusto wesandersoniano.

En la pantalla es otro trío, integrado por dos cantantes (Agustín Gregori y Maru Zapata) y una suerte de gurú que mezcla sin grumos la filosofía naturista con los recursos de la autoayuda empresarial (Bernardo Francese), quienes cruzan sus caminos en las afueras de un pueblo de provincia. Hacia allí habían partido los “Hermanos karaoke”, que no son realmente hermanos, aunque sí intentan hacer una carrera en el negocio de la música, partiendo del más insólito de los primeros pasos: participar de concursos de karaoke amateur para poder vender in situ algunos de sus cds. El humor de baja intensidad –en ocasiones basado en el contraste entre lo dicho y aquello que puede verse; en otros, a partir de los silencios acompañados por significativas miradas; finalmente, en el choque entre ambiente y acciones– deja de lado los hoteles dos estrellas con desayuno incluido para trasladarse a un ámbito más salvaje, un pequeño bosque cercano a una laguna donde el maestro deja caer sus enseñanzas en contacto directo con el suelo (léase: descalzo), aunque vestido con riguroso traje de dos piezas.

Una parte sustancial de la historia gira alrededor de las charlas acerca del “packaging de las flores” o la necesidad del dueto de ampliar los horizontes artísticos y su plan de negocios, hasta que la aparición del deseo transforma la interrelación entre los personajes en triángulo de atracción amoroso. Por momentos genuinamente risueña, en más de una instancia poco eficaz en términos de relato cinematográfico (y más cerca del breve sketch cómico), Los hermanos karaoke termina siendo algo parecido a lo que intenta parodiar: es casi tan hippie chic (o hípster-palermitana) como el personaje del gurú de la foresta. Eso sí: la película nunca se ríe groseramente ni mira con desprecio a ningún personaje, lo cual no es poca cosa.