Los guerreros de la luz

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Una apuesta hacia el porvenir

El documental del mexicano Valentín Santana es un admirable "friso humano", que habla de la justicia y la injusticia y del trabajo, como una necesidad vital del hombre.

El documental del mexicano Valentín Santana se mete de lleno con su cámara en esa "microsociedad" que conforman los hombres y mujeres, que trabajan en la construcción de la presa hidroeléctrica La Yesca, ubicada en el cauce del Río Grande de Santiago, en el municipio de La Yesca, a ciento cinco kilómetros de la ciudad de Guadalajara, en México.

Alrededor de la presa se encuentra un barrio en el que vive la mayoría de los operarios, técnicos y personal administrativo, que intervienen en este proyecto que significa una apuesta a futuro para los mexicanos, cuya inauguración se prevé será a fines de este año.

El título del filme refiere a un "corrido" mexicano, dedicado a los trabajadores de La Yesca, conocidos como "los guereros de la luz", en el que uno de sus versos dice: "no hay diferencia de estatura, ni color, el empeño está en continuar en la misión..."

LA TOLERANCIA

La película, que incluye innumerables testimonios, deja en claro, como dice uno de los operarios, que "se coquetea con la muerte a cada rato y todos los días le pido a Dios que me ayude". También es una apuesta a la esperanza de poder ayudar a la familia, a construir una casa propia, o hacer posible que se puedan pagar los estudios a los hijos.

Espejo de la sociedad mexicana de este tiempo, en La Yesca, se muestra que la tolerancia y la aceptación del otro, es una tarea esencial, porque todos se necesitan y todos precisan del compañero para construir ese gigantesco engranaje de hierro y cemento.

Valentín Santana consigue un documental de intenso impacto social. Sigue a esos hombres y mujeres, en su labor cotidiana y en sus ratos de ocio. Retrata a hombres que lloran porque extrañan a sus hijos, sus mujeres; o a un cocinero al que le hubiera gustado ser mujer, pero se casó y tuvo una hija, la que trabaja con él en el comedor de la empresa.

El director logra equilibrar con muy buenos recursos cinematográficos, el relato de sus protagonistas, junto con algunas insólitas imágenes de ese lugar. Entre ellas, la de un grupo de hombres, que parecen suspendidos en el aire, mientras van armando una gran telaraña de hierros, que más tarde quedará tapada de cemento.

"Los guerreros de la luz" es un admirable "friso humano", que habla de la justicia y la injusticia y del trabajo, como una necesidad vital del hombre.